Castañas asadas con 32 grados en Málaga: ‘‘Aunque haga calor, los malagueños compran’’
En los últimos días, el terral están siendo protagonista en la provincia, pero, a pesar del clima veraniego, las ventas continúan en este sector y el precio se mantiene: cinco unidades por euro
Más y mejores castañas en el Valle del Genal
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Con la llegada oficial del otoño, las castañas se convierten en el aperitivo estrella para combatir las tardes lluviosas o de frío. En el caso de Málaga, las temperaturas que se recogen en la provincia estos últimos años en la fecha en la que se suele vender este fruto, no invitan a ingerir un alimento caliente, ni mucho menos. Es más, muchas de las heladerías de la ciudad siguen con las puertas abiertas y eso es señal de que la venta de helados continúa. Sin embargo, los vendedores del centro de la ciudad señalan que, a pesar del clima veraniego que aún presenta Málaga, los malagueños siguen comprando castañas. Desde el pasado 1 de octubre, los puestos están instalados en distintos puntos, ya no solo del centro de la ciudad, sino de la provincia en general.
Aunque la Aemet apuntaba que Málaga daría la bienvenida al otoño con probabilidades de lluvia, lo cierto es que precipitaciones se han visto pocas, por no decir ninguna. Además, en estos días, el terral está siendo el protagonista de la semana en Málaga, superando los 30 grados en distintos puntos de la provincia. Este miércoles la máxima a nivel nacional se recogió en el municipio de Rincón de la Victoria con 32 grados, seguido de otras localidades como Estepona o Vélez-Málaga, que tampoco bajaron de los 30.
José Barra, Sonia Núñez o Pepe Santiago son algunos de los vendedores que están mañana y tarde en los puestos del centro. Barra lo tiene en la Alameda Principal, ‘‘soy malagueño de toda la vida y llevo poco tiempo en esto, pero estoy aprendiendo y muy contento con la experiencia’’. Núñez está situada al inicio de esta emblemática avenida, ha comenzado hace escasos semanas su venta y ya son diez los años que lleva en este sector, aunque el puesto era de su madre. Mismo caso que el de Santiago. Su puesto, en calle Atarazanas, lleva instalado 53 años y lo regentaba su padre. Ahora, él es el encargado de vender las castañas.
Los tres coinciden en lo mismo. El calor afecta a la compra de castañas, porque no es un clima apetecible, pero, aun así, las ventas continúan. ‘‘A la gente echa para detrás que no haya entrado el frío porque este y las castañas casan un poco más’’, apunta Barra, pero los malagueños tienen una debilidad, según el joven vendedor: ‘‘El olor nos encanta y nada más que olemos un poco a castañas, ya queremos comprar’’. Núñez añade que, debido a las temperaturas a primera hora de la tarde, cuando el calor más aprieta, ‘‘la venta no comienza hasta que no empieza a refrescar’’. Es decir, ‘‘a partir de las 18:00 horas de la tarde, que es cuando la gente baja al centro a comprar a las tiendas y aprovechan, porque a los malagueños nos gustan mucho las castañas y, aunque haga calor, la gente compra’’, señala Santiago.
La calidad del fruto ha mejorado respecto al año pasado. Los vendedores apuntan que se debe a las abundantes lluvias de finales de invierno y principios de primavera. ‘‘Cuando no llueve, las castañas no vienen buenas’’, declara Núñez. ‘‘A eso, añadimos que no vienen con el hongo que venía el año pasado. Un hongo que estropeó la cosecha de la castaña’’, comenta Santiago. El Valle del Genal, lugar en el que se concentran los principales productores de castañas en la provincia de Málaga, esperaban este año más y mejores castañas y, parece ser, que así ha sido. Septiembre es el mes en el que comienza la cosecha a través de un ‘‘proceso fastidioso porque hay que sacar a la castaña de dentro de un erizo’’, explica el vendedor situado en calle Atarazanas.
Una vez finalizada la recolecta, las castañas llegan a los diferentes puestos y cada vendedor es el encargado de prepararlas para su futura venta. El método es sencillo, pero, a su vez, complicado. Lo imprescindible es preparar el lugar en el que se asarán las castañas, que suele ser una estructura de hierro, con una puerta en la parte baja para introducir el carbón, que se corona con las cacerolas en las que se introducen las castañas. Antes de asarlas, hay que preparar el fuego y, mientras tanto, con una martillo, se golpean para abrir la piel y, así, se cocinen. Una vez que las castañas ya están listas para asarlas, se introducen en la cacerola, que en la parte inferior tiene unos agujeros para que el calor pase y dé directamente al alimento, y, cada cierto tiempo, los asadores agitan la cacerola para mover las castañas y que todas se asen por igual. Posteriormente, los vendedores venden las castañas en unos cartuchos para que el consumidor se las pueda llevar a casa.
El precio se mantiene el mismo de todas las temporadas. De momento, no cambia. Dos euros, 10 castañas; tres euros, 15 castañas; cuatro euros, 20 castañas; y así sucesivamente, es decir, cinco castañas por euro. Sin embargo, ‘‘este año han venido subidas de precio’’, señala Santiago, pero eso no ha implicado un incremento en la venta respecto a años anteriores. ‘‘No ha variado, sigue siendo para la gente de barrio’’, apunta Barra.
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