Málaga

El centro ha perdido un 28% de su población desde los años 90

  • Los planes de rehabilitación del Ayuntamiento han fracasado en su objetivo de recuperar vecinos. La nueva estrategia apunta a crear un equilibrio entre actividad económica, turismo y residentes.

Cuando el Ayuntamiento de Málaga inició los planes de recuperación del centro histórico en los años 90 -lo que se denominó Pepri Centro o Plan Especial de Reforma del Centro Histórico- se definió una doble estrategia: la rehabilitación de calles, plazas o edificios, con especial énfasis en recuperar la población que se había ido perdiendo desde los años 60. Más de dos décadas después, con la mayor parte de las actuaciones de recuperación realizadas o en proceso, los datos revelan que la sangría de habitantes sigue produciéndose año tras año a pesar de los planes municipales.

Desde los años 90, la población del casco antiguo se ha reducido en un 28,01%, pasando de los 6.868 residentes en 1991 a los 4.944 registrados en 2013 -últimos datos disponibles-. Dicho de otro modo en algo más de 20 años, el centro ha perdido una masa de población equivalente a todo el municipio de Almáchar, El Burgo o Istán, por poner algunos ejemplos. La caída de población, sin embargo, se contuvo e incluso mostró indicios de cierta recuperación en el periodo entre 2000 y 2006 -se pasó de 5.234 a 5.591-, con la calle Larios en pleno auge comercial y la rehabilitación de las calles aledañas. Pero siete años después, los datos reflejan una pérdida de vecinos a un ritmo de 100 por cada ejercicio. A esta velocidad en menos 50 años las calles del centro estarían desiertas.

Feria, Semana Santa, Festival de Cine, La Noche en Blanco, la Pasarela Larios o el Carnaval son, por citar algunos ejemplos, eventos marcados en el calendario que los vecinos del centro histórico asumen con mayor o menor resignación. Pero es que su organización suele llevar aparejada la colocación de carpas u otro tipo de instalaciones en la plazas, lo que unido a la alta ocupación de las mesas y sillas en las terrazas y la cada vez más alta concentración de turistas están convirtiendo el casco antiguo en un lugar incómodo para vivir.

El propio Ayuntamiento alerta del fenómeno en sus estudios y lo incluye en la Agenda 21 -la nueva estrategia de sostenibilidad hasta el año 2050 aprobada en Pleno en el mes de marzo-. "Después de 20 años de intervenciones con el objetivo de recuperar el centro histórico, al tiempo que resolvíamos viejos problemas, aparecían otros nuevos que requieren nuestra atención para mantener un equilibrio entre los residentes y los turistas", refleja Pedro Marín Cots, director del OMAU (Observatorio de Medio Ambiente Urbano). En su estudio sobre el casco histórico como referente turístico y su capacidad de carga, Marín Cotos habla de la necesidad de crear un equilibrio en el turismo con el objetivo de mantener la calidad de vida de los residentes. La capacidad de carga (concepto vinculado a la huella ecológica) está relacionada con el equilibrio ambiental del número de visitantes, de residentes y las infraestructuras disponibles; por lo que "un exceso de capacidad de carga disminuye la calidad de vida de los visitantes y de los residentes y hacen ingrata y molesta la movilidad en el centro, además de los costes ambientales que puede suponer en residuos y consumo energético".

Con tasas de uso hostelero que superan el 20% en muchas calles -algunas llegan al 58,1%- y las tiendas de ropa con unos niveles de ocupación también muy altos, "el reequilibrio de usos parece necesario". Marín Cots pone de ejemplo el plan que se desarrolló en Pedregalejo en 1985 donde se concentraban entonces los bares de música, para establecer un porcentaje máximo de ocupación por manzana, de manera que cuando una manzana estaba saturada no podía instalarse un nuevo local, hasta que se rebajase el porcentaje de ocupación. Algo que propone extrapolar al centro para mantener el equilibrio necesario.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios