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En Palma-Palmilla, un barrio, históricamente, marcado por la estigmatización, Jesús Rodríguez —El Chule— habla con la emoción de quien observa cómo, después de años de trabajo silencioso, las oportunidades continúan llegando. Activista, autor de un libro y creador del comedor social Er Banco Güeno, habla, resarcido, del nuevo papel que le han vuelto a ofrecer en una película a él y a su hermano . “Es un papel muy bonito, de gitano”, explica a este periódico. Ambos han regresado recientemente de Tenerife tras participar en la grabación de Aullar, ópera prima de Sergio Siruela, una mezcla de drama social y thriller sobre una bailarina que se reencuentra con su padre muchos años después de que la abandonase.
El Chule asegura que lo suyo y lo de su hermano Justo —‘Sabío’— no es cosa improvisada. “Soy polifacético: he escrito un libro, ayudo a la gente y soy actor. Hemos participado ya en '50 kilos de nosotros'. Ya nos tienen fichados. Los gitanos nos comemos la gran pantalla”, afirma entre risas, pero con un propósito nítido: cambiar la imagen del barrio y demostrar el talento de su gente. “Hace falta que salga gente de ahí. Este director pone gente real de la calle. Hacemos un conjunto bonito”, afirma.
Mientras la industria cinematógráfica sigue fijándose en ellos, El Chule y Sabío siguen trabajando desde el mismo lugar donde crecieron. “Somos los gitanos actores de La Palmilla”, repite con orgullo. Su aspiración es clara: que el barrio deje de ser solo noticia por lo negativo y que su talento y el de otros vecinos ocupen también la gran pantalla. “La gente sabe que hacemos películas. Varios directores quieren grabar con nosotros. Manuel Bravo, que estuvo en la serie de TVE Águila Roja, también”.
El Chule reivindica el esfuerzo que hay detrás. Nada hasta ahora, dice, ha sido tarea fácil. “Nos esforzamos. Esto no se hace de un día para otro. Dimos la talla. Es importante cambiar cosas en el barrio, que la gente nos conozca. Tenemos ya una trayectoria. Nos lo hemos currado. Años y años grabando y probándonos para conseguir un pequeño papel que nos ha costado”, manifiesta.
En 2024, Palma-Palmilla volvía a situarse frente a los focos. Fue escenario de la película ‘50 kilos de nosotros’, dirigida por el cineasta malagueño Ezekiel Montes. El primer adelanto se presentó en el Rectorado de la Universidad de Málaga, dentro de la sección ‘5 Minutos’ del Festival de Málaga.
Montes, empeñado en mostrar “la realidad y la crueldad del género”, eligió polígonos, yates y mansiones como escenarios que actúan casi como un personaje más. La producción —planteada como una serie de seis episodios— se encuentra actualmente en postproducción. Las primeras imágenes avanzan una mezcla de tiroteos, persecuciones y contrastes, del lujo de Puerto Banús a la vida cotidiana de La Palmilla.
El reparto incluye a Elena Martínez (Akemarropa), Antonio Dechent (A puerta fría), Manuel de Blas (Los fantasmas de Goya), Juanma Lara (El Príncipe), Paul Lapidus (Granit) y Rafa Chaves (Akemarropa). Pero la autenticidad del proyecto descansa también en la participación estelar de Jesús Rodríguez ‘El Chule’ y su hermano Justo Rodríguez ‘Sabío’.
Ezekiel Montes había procurado respetar las señas de identidad del barrio para lograr veracidad dentro de la ficción. Contaba que no solo obtuvo la complicidad de las personas que dirigen el barrio, sino también la participación de muchos de sus vecinos. “Quería ser lo más cercano y veraz a la situación que se vive cada día en el barrio. Todos desean tranquilidad y bienestar, pero a veces uno se encuentra atrapado en una situación que tiene difícil salida”.
En 2019, la serie Malaka ya revolucionó el barrio de Palma-Palmilla. Producida por Globomedia supuso un revulsivo para sus vecinos. Comieron familias "que no tenían nada que echarse a la boca”. "Pagaban unos 60 ó 70 euros el día de rodaje y algunos han estado varias jornadas”, agregaba El Chule.
Décadas lleva el distrito Palma-Palmilla con el estigma grabado a fuego. Ese que no invita a entrar en sus calles y pasearlas con tranquilidad. Quizás por eso sea una zona tan nombrada pero tan poco conocida en realidad. La serie Malaka abría una ventana para mostrar una Málaga que palpita a diario en un extremo diametralmente opuesto al escenario turístico y cultural.
Y suscitó un debate externo en redes, en distintos foros, en los medios de comunicación. Pero por dentro, entre los protagonistas, en las casas de las más de 200 personas que han participado en el rodaje, el efecto Malaka ha sido una corriente de aire fresco que les ha proporcionado, como poco, el sustento durante días.
“Líder por naturaleza en el barrio”, como él mismo dice, fue uno de los guías de esta producción televisiva, además de participar como actor frente a la cámara. “Dimos unas vueltas para que vieran el barrio y sobre la marcha fue fluyendo todo, decidían si una calle les gustaba, si querían a una u otra gente... y cogieron a más de 200 personas de figurantes”, explicaba el activista.
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