Las colas de cada día

Las oficinas del Servicio Andaluz de Empleo están cada vez más llenas · El refuerzo de trabajadores y algunos cambios en la organización han agilizado la atención al público

Numerosos parados ante la oficina del SAE de Capuchinos.
Numerosos parados ante la oficina del SAE de Capuchinos.

Poco después de las nueve de la mañana la oficina del Servicio Andaluz de Empleo (SAE) de Capuchinos, en el centro de Málaga, está a reventar. Medio centenar de personas se agolpan en su interior. Otros prefieren calentarse con los primeros rayos de sol mientras fuman. Todos esperan su turno, pero lo hacen con más calma que otros días. "Hoy no hay tanta cola", dice uno de ellos, mientras se pregunta por el paradero de los 125.000 parados de Málaga. "Tenías que haber venido a las siete de la mañana. Ahí si te los encontrabas, haciendo cola para coger uno de los primeros números", le respondía otro parado.

La situación es casi idéntica en las 21 oficinas del SAE en toda la provincia. Ante la avalancha de desempleados, la organización interna está cambiando. Por un lado, han llegado 72 nuevos orientadores, que apoyan el trabajo de sus compañeros. Por otro, el Gobierno central añadió 60 para agilizar el pago de las prestaciones, que está teniendo retrasos de hasta tres meses. Y, a niveles prácticos, hay novedades como que ahora no hace falta coger un número y esperar para sellar la tarjeta del paro: un empleado de la oficina recoge varios a la vez, los sella y los devuelve. Eso cambiará, porque un cartel informa que, en breve, sólo se podrá hacer por internet o a través de uno de los cajeros que hay en las oficinas.

"Eso será un lío, porque yo no entiendo nada", añade María José, que ha ido a inscribirse en el paro por primera vez y está perdida. "¿Dónde hay que coger el número para eso?", pregunta Alberto Martín, que tampoco ha entrado nunca a las dependencias del SAE. "Igual que yo. Pero hace unos días el encargado de nuestra empresa nos reunió a todos y nos dijo que más de la mitad nos teníamos que ir", cuenta otro joven, que, a sus 30 años, tiene que afrontar un alquiler junto a su mujer, también sin empleo.

"A mí lo que me ha pasado es que me han sustituido por un trabajador inmigrante porque a la empresa le sale más rentable: yo cobraba 1.200 euros por repartir la fruta y ahora lo hace otro por 400", asegura otro desempleado, que tiene que apañárselas para pagar su hipoteca y alimentar a sus hijas de dos y cuatro años. ¿Se acogerá a la nueva medida anunciada por Zapatero para las hipotecas? "Lo intentaré, pero prefiero esforzarme en encontrar un trabajo de lo que sea", añade. A la conversación se une Javier, un argentino de 53 años que se lamenta de la situación, resaltando que él también trabajaba en Mercamálaga. "Nos echaron a todos. ¿Qué carajo hago yo ahora?", se pregunta mientras saca cigarros para él y sus compañeros.

Son casi las diez de la mañana y dicen que fumar les alivia la preocupación. Todavía ninguno ha sido atendido, a pesar de que llegaron antes de las nueve. "Ayer me fui al mediodía, lo que deberían hacer es abrir por las tardes", destaca uno de ellos. Empleo abre varias oficinas en horario de tarde: Antequera, Vélez-Málaga, Coín, Marbella y Gamarra, en la capital. Lo curioso es que son los sindicatos los que se le echan encima cuando plantea la apertura de algunas otras. "Es casi imposible", aseguran fuentes de la delegación de Empleo.

Lo que sí han hecho es incluir a tres intermediadores más en las oficinas para atender a los demandantes extranjeros o desarrollar un Plan de Empleabilidad dotado de 22 millones que recoge numerosas medidas: desde cursos de FPO hasta el pago de 350 euros durante tres meses a los parados que se comprometan a buscar empleo a diario con el SAE, teniendo, además, prioridad para las ofertas de los ayuntamientos. Eso sí, está a la espera de la publicación de la Orden que lo regula para su aplicación.

Al mediodía, y tras varios cigarros, la espera finaliza para los tres parados que trabajaban en Mercamálaga. Su situación no ha cambiado, pero les han dado esperanzas de encontrar un empleo. "Ojalá", dice el más joven, "pero hay 125.000 personas más como yo. ¿Habrá para todos?" Se pregunta.

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