Málaga

Enfermeros del SAS: De héroes a parados

  • Enfermeros que forman parte de los 8.000 sanitarios de refuerzo Covid despedidos enAndalucía relatan su experiencia y lamentan haber sido apartados con el sistema aún “saturado”

De héroes a parados

De héroes a parados / Rosell

Desencanto y decepción. Esos son los sentimientos que confiesan enfermeros a los que el Servicio Andaluz de Salud (SAS) contrató al inicio de la pandemia y a los que no renovó al acabar el mes de octubre. En ese tiempo pasaron de héroes a parados.

“Pese al miedo y las incertidumbres, nos lanzamos de cabeza allí donde hiciera falta. Y de pronto, ahora, nos ponen en la calle sin miramientos. La mayoría está sin trabajo pese a haber dado el callo desde el principio de la pandemia”. Es el testimonio de una enfermera. Prefiere mantener el anonimato, pero pongamos que se llama Marta.

Estuvo en primera línea de batalla contra el Covid. Trabajó en la UCI y en Urgencias del Hospital Regional. “Nada más llegar, el primer día ya me puse el EPI. De pronto me vi rodeada por cinco compañeros vistiéndome con el equipo de protección. Y luego me tiré tres horas y media dentro”. Así recuerda su primera jornada. “Dentro” es la UCI; con los pacientes infectados con Covid, los más graves. Muchos de los cuales estaban sedados y con respirador. Hasta la pandemia, Marta había compaginado su empleo en una clínica privada con contratos de verano y Navidad en el SAS. Con la irrupción del Covid, fue encadenando trabajo de forma ininterrumpida en el Hospital Regional desde abril de 2020 hasta el 31 de octubre pasado. Y entonces, se vio en la calle.

“Creí que me iban a hacer otro contrato porque hace falta y hay listas de espera. Fue duro. No me siento utilizada, pero sí decepcionada”, confiesa. Ahora está en paro. Por su puntuación en bolsa, cree que es probable que el SAS vuelva a llamarla. Pero si en unos días no le suena el teléfono, empezará a buscar trabajo en la sanidad privada.

Marta es una de las afectadas por los despidos de la Junta de Andalucía entre el personal sanitario de refuerzo Covid. Desde este mes, el Gobierno andaluz ha dejado en la calle a 8.000 de esos profesionales del SAS que han sido refuerzos y que han permitido que la plantilla total recuperase niveles de ocupación previos a la crisis económica de 2008. Desde el inicio de la pandemia se han firmado en toda la comunidad 20.000 contratos de refuerzo de los que 12.000 han sido renovados en su vencimiento. Unas cifras que vuelven a situar a la sanidad en un complicado escenario.

Carmen, también nombre ficticio, acabó la carrera a finales de junio pasado. El 1 de julio ya tenía contrato en el SAS. Lo tuvo hasta el 31 de octubre. Trabajó estos meses en el centro de salud de Las Lagunas (Mijas). Vacunaba, hacía visita domiciliarias o reforzaba las consultas. Incluso, cuando era necesario, pasaba al punto de Urgencias de ese dispositivo. “No creía que me iba quedar sin trabajo porque todavía no se ha terminado la vacunación. No nos lo esperábamos. Fue chocante y decepcionante. Y yo estoy recién salida de la carrera, pero los que estaban desde abril de 2020 y pasaron todo lo malo, ahora también están en la calle”, lamenta. “Hay compañeros que han trabajado toda la pandemia en Urgencias, UCI y hospitalización Covid y ahora han tenido un golpe de realidad; están en paro. Ya no somos necesarios. Por eso desde Satse (Sindicato de Enfermería) se están haciendo concentraciones. Pero la Administración está cerrada en banda”, sostiene.

Carmen tienen menos puntos y por lo tanto menos opciones de que la llamen pronto del SAS. Por eso ella ya ha jugado sus cartas. Se puso disponible para Barcelona, Castilla-La Mancha y Canarias. Y no tardó en conseguir empleo: el 1 de diciembre empieza en el Hospital Vall d’Hebron. Tiene un contrato de cuatro meses. Después ya se verá. Al ser en un centro público, tiene empleo y a la vez suma puntos para mejorar su posición en la bolsa.

Protesta reciente de Satse ante el Clínico para reclamar la renovación de todos los contratos. Protesta reciente de Satse ante el Clínico para reclamar la renovación de todos los contratos.

Protesta reciente de Satse ante el Clínico para reclamar la renovación de todos los contratos. / M. H.

Otra enfermera que prefiere mantener el anonimato por temor a no conseguir un trabajo en el SAS argumenta: “Se supone que sobramos, pero, aunque así fuera, la carga de trabajo sigue siendo la misma. Las Urgencias siguen estando hasta arriba de personas por lo que sigue habiendo muchos trabajo, pero ahora se hará con menos personal. Esto a lo único que conduce es a que los profesionales se cansen antes y tengan más estrés porque uno solo tiene que llevar a cabo el trabajo de tres”.

Al pasar las puertas de un hospital, la vida de los enfermeros, auxiliares, médicos, celadores y demás personal sanitario se vuelca al completo en el cuidado del paciente y, en tiempos de pandemia, la carga psicológica se ha multiplicado. Los profesionales denuncian el “estresante” trabajo al que está sometido el personal sanitario. “En la UCI te pegabas las 12 horas con el EPI puesto, con lo que eso supone físicamente. Pero también es brutal el desgaste emocional. Las 12 horas estábamos con el paciente pendiente de monitores, de la medicación, del aseo... era una vigilancia personalizada. Cada enfermero tenía dos pacientes y teníamos que estar continuamente pendientes de que no empeorara, tomando las constantes, con una medicación muy delicada, en contacto con los médicos para llevar seguimiento... Ha sido muy duro”, recalca esta tercera enfermera.

Al ser preguntada por si ve la luz al final del túnel tras su despido, la enfermera dice que, “como muchos compañeros”, está con el teléfono en la mano “esperando una llamada”, pero es consciente de que su salida laboral debe buscar otros caminos. “A mí lo que más me gustaría es seguir trabajando. Me gustaría estar ahí porque trabajo sigue habiendo, pero ahora no me dan la oportunidad. Sientes una gran impotencia de pensar, bueno, he estado ahí en los meses más complicados y ahora ya no te hago falta. Este mes me lo he tomado más tranquila, pero mis opciones son intentarlo por lo privado y también me he planteado irme fuera. Lo tengo claro”, sostiene.

Para revertir esta situación, las organizaciones sindicales están concentrándose casi a diario para reclamar a la Junta de Andalucía que contrate al personal que ha estado de refuerzo y que es necesario, sobre todo, ahora que llega la vacunación de la gripe o la tercera dosis de los sueros contra el coronavirus. Hay muchos casos, pero la sensación de decepción se parece en todos. Lucía, nombre ficticio, se fue a Sevilla trabajar durante la pandemia pese a que tenía un contrato fijo en Gibraltar. “Me convencieron diciéndome que era mi momento. Que así podría meter la mano en la bolsa y que oportunidades como ésta se veían pocas. Me dieron a entender que, aunque con contratos temporales, tendría una cierta estabilidad”, relata la enfermera de 28 años, que firmó, primero, seis meses de contrato como refuerzo Covid, y luego cinco más como dispositivo de apoyo en Atención Primaria. No se lo pensó pese a la distancia ya que la joven vive en Vejer de la Frontera y desde allí se ha desplazado a diario a Sevilla mientras ha durado su contrato. Así llegó al Hospital de Valme, en noviembre de 2020, durante la segunda ola, conocedora de que su destino era mirar de frente a un virus muy temido, pero que, para ella, había supuesto una oportunidad laboral “única”.

El relato de su experiencia profesional en los últimos meses ayuda a comprender el estado en que se encuentra ese bastión esencial situado en primera línea: el personal sanitario. Cada una de las embestidas que se suceden –y ya van cinco– confirma que detrás no hubo, ni hay, héroes, sino trabajadores de carne y hueso cuyas vidas dieron un vuelco que no olvidarán, por aquellas por las que lucharon y especialmente por aquellas a las que sostuvieron en sus últimos momentos.

“En el hospital no se daba abasto. Veías como, sobre todo al principio, la mano de obra no era suficiente. Éramos dos equipos de enfermeros con los auxiliares pero esos equipos se dividían entre sucios y limpios (términos usados para la zona de enfermos Covid y no Covid) y nos repartíamos entre las plantas dedicadas al virus. Pero no se llegaba. Entrabas en una habitación y mínimo eran 15 minutos porque los enfermos estaban solos y nosotros se lo teníamos que hacer todo, los controles de oxigenación, la medicación, el aseo... Algunos pacientes eran muy mayores y tenían demencia y se quitaban las mascarillas de oxígeno y era muy estresante ir de un lado para otro para evitar que se quedaran sin ellas. Muchos han muerto con la saturación por los suelos porque no llegábamos”, relata.

La pandemia no les ha hecho invencibles sino que ha puesto de relieve la vulnerabilidad que implicaba realizar su trabajo en condiciones tan adversas. Durante la pandemia, los medios de comunicación se han hecho eco del cansancio del sector sanitario, del colapso de pacientes que ponían al límite los recursos disponibles y cientos de imágenes de profesionales exhaustos. “Se nos pidió un esfuerzo, lo hicimos, y la recompensa ha sido nula. Estamos cabreados porque hemos estado al pie del cañón y ahora parece que no somos útiles”, condena Lucía.

Sin embargo, sus esfuerzos de los últimos meses parecen no haber sido suficientes para poder continuar con un contrato en el SAS. Los profesionales sostienen que les hicieron sentir “figuras clave”, pero en cuanto bajó la incidencia del coronavirus se vieron en la calle.

Por eso Lucía afirma con cierta desazón: “Dejé mi trabajo para estar en primera línea del Covid y ahora me veo en la calle. Esto me hace sentir un poco utilizada”.

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