"No importa si llegas a ser médico o ingeniero, eres simplemente un 'intocable"
Anna Ferrer. Presidenta fundación vicente ferrer
En la UMA inauguró ayer 'La magia de la diversidad' También se reunió con el alcalde y con colaboradores

Cercana, generosa con su tiempo, con su trato y sus palabras, cálida. No cuesta nada imaginarse a Anna Ferrer trabajando codo con codo con las mujeres "intocables", con los niños discapacitados y las almas más desfavorecidas de Anantapur, en India. La Fundación Vicente Ferrer, que preside desde que en 2009 murió su marido, lleva casi medio siglo trabajando para garantizar los derechos humanos de personas que vivían en condiciones muy cercanas a la esclavitud. Durante dos semanas tienen prevista una intensa agenda de compromisos en España con el propósito de agradecer la colaboración y recabar nuevos apoyos. Ayer visitaron Málaga.
-¿Cómo llegó a India?
-Con 16 años salí de Inglaterra con mi hermano, su mujer y su hija de un año, en todoterreno, en una de estas vueltas al mundo. Pero paramos en India. Mi hermano era ingeniero químico y comenzó a trabajar en el estado de Gujarat. Yo seguí como mis estudios.
-¿Y por qué carrera se decantó?
-Estudié periodismo, lo hice mientras trabajaba en un periódico e iba a la universidad por las tardes. Así conocí a Vicente, en una entrevista. Al poco tiempo dejé mi periódico y me uní a su campaña.
-¿Vicente Ferrer ya estaba trabajando con los más necesitados cuando lo conoció?
-Sí. En aquellos años tenía muchísimos problemas, el gobierno indio quería expulsarle, había una campaña montada con muchísima gente para que se quedara. Y me uní a esa campaña y hasta hoy. Siempre digo que la de Vicente fue la entrevista más larga de la vida [risas].
-La India que se encontró en aquellos años ¿tiene mucho que ver con la de hoy día o no?
-Cuando llegó Vicente era el año 52, cinco años después de la independencia. La pobreza era extrema. Incluso en el año 69 cuando llegamos a Anantapur, la situación era la misma, vivían bajo el control de otras castas, no eran independientes, no tenían voz propia, no ganaban dinero.
-¿Estaban en condiciones de esclavitud?
-Sí, eran esclavos. Creo que en los dalits las condiciones de esclavitud eran peores que las de los africanos americanos. Allí pudieron ser libres, tienen un presidente afroamericano, pero los dalits aún hoy pertenecen a su casta y no pueden salir de ella.
-¿Aún en la actualidad?
-Sí, aunque la situación económica y social ha mejorado, aunque ahora acceden a la educación, aún muchas personas de las castas más altas no los tratan iguales. Esta intocabilidad en el corazón de muchas personas continúa.
-¿No hay posibilidad de ascender socialmente?
-Hace diez o quince años un médico nuestro dalit, muy bueno, que sacó medalla de oro en sus estudios, quiso casarse con una chica de una casta más alta que él. Y los padres de ella vinieron a verme y me dijeron que cómo podían ir por la calle con la cabeza alta si su hija se casaba con un dalit. Les dije que el chico era médico y que ellos eran muy pobres, y me dijeron "no importa si es médico, porque es dalit". Pero esta historia tiene un buen final porque se casaron y están felices. Pero es así, no importa si llegas a ser médico o ingeniero, eres simplemente un intocable.
-Si la casta de los dalits está discriminada, ¿la mujer perteneciente a ésta sufre una doble discriminación?
-Todas las mujeres son como ciudadanos de segunda clase en La India, sean de la casta que sean.
-Por tanto, ¿está aún muy lejana la igualdad?
-Se dice que India es el peor país para ser una mujer. En todos los países hay violaciones, pero allí hay un fenómeno horrible, la violación de un grupo de hombres a una mujer, es una brutalidad y ha llamado la atención del mundo. Hace años era casi imposible que una chica violada denunciara a la policía. Ahora tiene la capacidad y puede ir a la Policía pero hay pocos casos que se resuelvan en una sentencia contra el hombre, en pocas ocasiones encuentran justicia.
-¿El trabajo con discapacitados es especialmente importante para la Fundación?
-Sí, es muy importante. Hay muy pocas organizaciones en el mundo y pocos gobiernos que se ocupen de las necesidades de estas personas.
-¿Cómo se inició este trabajo?
-En 1987 implementamos el primer programa de vacunación con Unicef y el Gobierno. Entonces nos dimos cuenta de la cantidad de niños con discapacidad física, intelectual y parálisis cerebral. Eran miles.
-¿Cómo vivían estas personas?
-En aquellos años vivían muy aislados, nos los llamaban por sus nombres sino por su discapacidad. Les dejaron en un rincón, es cruel, pero es que la pobreza es cruel. Cuando una familia tiene poco dinero y tienen que compartirlo con todos, creen que estas personas no lo necesitan.
-Entonces iniciaron un camino que hoy continúan...
-Un amigo ciego activista, que trabaja muchísimo en los países en desarrollo, nos animó a trabajar con personas con discapacidad. Empezamos a trabajar con adultos, siguiendo los pasos que dimos con las mujeres, formándolas en grupo, porque tienen visibilidad, identidad, fuerza. A los pocos años, los padres de niños con discapacidad querían también pertenecer a estos grupos. Empezamos programas de concienciación sobre sus derechos, programas económicos para que tuvieran dinero propio, no tenían ni una rupia, y con los niños empezamos programas de educación, rehabilitación... Tenemos 17 centros.
También te puede interesar
Lo último

El salón de los espejos
Stella Benot
Y los niños, aguantando
La tribuna
Una misión para comprender la frontera sur
Editorial
Las diputaciones y el agua

Quousque tandem
Luis Chacón
Lo que hemos visto y veremos
Contenido ofrecido por Ertico