Málaga

Casi la mitad de los menores de entre 11 y 16 años fuman pipas de agua

  • "Los padres regalan cachimbas y es peor que un juguete", denuncia Proyecto Hombre

Melaza de sabores intervenida por la Guardia Civil en locales de ocio.

Melaza de sabores intervenida por la Guardia Civil en locales de ocio. / m. h.

El 49,6% de los menores de Málaga que tienen entre 11 y 16 años reconocen que fuman en cachimbas. Así se desprende de un estudio elaborado en 2017 por la Asociación Cívica para la Prevención al que se refirió la directora provincial de Proyecto Hombre, Belén Pardo, que reconoce el desconocimiento que existe entre los padres sobre lo perjudicial de que sus hijos consuman estos productos, erigidos ya en el regalo estrella por su cumpleaños o como obsequio de Navidad. "Piensan que las cachimbas no tienen nicotina y es mucho más grave que comprarles un juguete. Casi la mitad consume y éste es un porcentaje muy elevado porque consideramos que es perjudicial para su desarrollo. Sin embargo, no se considera como de riesgo", sostiene la experta. Y de hecho, la asociación no ha atendido todavía casos de menores adictos a las pipas de agua, algo que responde, a su juicio, a que esto no se concibe "como un problema". "Los padres no los traen pero los chicos hablan de que hacen un uso recreativo, inconsciente y social de cachimbas", afirma la portavoz del centro, que pide a las familias que tomen conciencia "y cuiden de sus cachorros", al igual que "no les pondrían un cigarro que no les regalen una cachimba". Así, la directora de Proyecto Hombre entiende que a los hijos se les debe "poner límites en cosas que son peligrosas para su desarrollo" y no fomentar el consumo.

La idea de llevar a cabo el estudio titulado Consumo de sustancias y uso de las nuevas tecnologías de los menores en Málaga, surge a raíz de las inquietudes de la Agrupación de Prevención de Adicciones del Ayuntamiento de Málaga, conformada por entidades sociales que abordan las adicciones desde diferentes enfoques, tanto a nivel preventivo como de tratamiento. La encuesta, realizada a 1.050 escolares, refleja que el 61,10% de los participantes ha consumido bebidas energéticas, usadas, erróneamente, para aumentar la capacidad de concentración. "Necesitan ser tomadas justo antes de realizar un esfuerzo físico pero no como complemento alimenticio ni para una vida sedentaria. Es como darle un contenido extra de latido cardiaco para que el cuerpo responde ante un acontecimiento", se lamenta la responsable de Proyecto Hombre, convencida de que los consumidores "no saben los riesgos que corren".

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