balcón de notablesIsabel Jiménez. doctora en Medicina y delegada de Igualdad y acción social de la Uma

"Cuando una mujer pueda ir por la calle sola y sin miedo habrá igualdad"

  • Desde el espacio íntimo al ámbito laboral, el feminismo está reivindicando una igualdad de oportunidades que será imposible si no existe una corresponsabilidad en el trabajo no remunerado

Es doctora en Medicina, imparte clases y participa en proyectos de investigación. Desde hace dos años, Isabel Jiménez Lucena suma a todo esto un cargo de gestión. Es delegada del Rector de Igualdad y Acción Social, una tarea que realiza con entusiasmo desde su activismo feminista. Aunque se muestra positiva sabe que aún queda por hacer y en la educación en valores, en la conciliación corresponsable y en la eliminación de los estereotipos está la clave. Esos que hacen que todavía en la institución más libre y progresista de todas, la Universidad, aún haya carreras en las que la mujer esté en abrumadora minoría. Es la "segregación horizontal", como explica Jiménez, esos ámbitos hostiles que la cultura, la tradición, los juegos de la infancia, la publicidad e infinidad de factores han creado para la autoimposición de barreras. Éste es el tiempo de derribarlas.

-¿Se esperaba un 8 de marzo como el que hemos tenido?

No se puede llegar a la igualdad cuando se parte de situaciones diferentes si no se hacen políticas de equidad"

-Esperaba un 8 de marzo especial, la verdad. Aún así superó en mucho mis previsiones.

-¿Ha cambiado realmente algo, qué cree que ha supuesto?

-Creo que el 8 de marzo fue la demostración pública de que las cosas están cambiando. No es que fuese un antes y un después porque el trabajo previo es lo que lo hizo posible. Ha habido una confluencia en estos últimos tiempos de mucho trabajo de mujeres feministas y esto ha ido poniendo las bases para que fuese posible. Del 8 de marzo lo que más me impactó fue la cantidad de gente de distintas edades, fue intergeneracional. También la cantidad de hombres que participaron y, sobre todo, de jóvenes, tanto chicas como chicos, y eso me hace ser optimista.

-Ya un gran número de mujeres ha reivindicado igualdad en la calle. ¿Se tienen que subir todavía al carro la otra mitad?

-Esto es una cuestión de ir sumando, de establecer redes, que se hagan cada vez más tupidas para que todos estén incluidos en ellas. Por ejemplo, ahora se están incorporando los hombres al Máster de Igualdad y Género que tenemos en la UMA. No hay tantos como me gustaría pero es que hace poco no había ninguno. Y eso es esperanzador. Este problema es de todas las personas, no es un problema de las mujeres. La violencia de género, la desigualdad de oportunidades no es un problema solo de la mujer, por lo que las soluciones tienen que venir de todos los integrantes de la sociedad.

-No se puede hacer única responsable a la mujer...

-No, por supuesto. No me gusta victimizar, pero tampoco hay que perder de vista que hemos sido víctimas, si ha habido personas desfavorecidas de esa relación de género hemos sido las mujeres en un porcentaje muy, muy alto. Eso no quiere decir que nos quedemos como víctimas siempre. Aunque también los hombres han tenido una parte negativa en el establecimiento de esas relaciones tan estereotipadas. El macho que tiene que cumplir una serie de roles supone también una carga. Pero es verdad que el poder lo han tenido los hombres.

-Habla en pretérito perfecto de la desigualdad...

-El pretérito perfecto es el tiempo verbal adecuado porque te dice que es algo que ha empezado hace un tiempo, en el pasado, pero que todavía no ha acabado.

-¿Resta mucho por hacer en el terreno más íntimo y, a veces el más limitante, el del hogar?

-Hay una cuestión básica y es que todas las personas tenemos los mismos derechos y deberíamos de tener las mismas oportunidades y deberes. Se ha hecho una división artificial entre lo que es el trabajo remunerado y el no remunerado, pero todo es trabajo. Y si le damos toda la importancia que tiene todo tipo de trabajo habrá que hacer un reparto equitativo. A las mujeres tradicionalmente se nos ha asignado el trabajo no asalariado y esta labor ha sido desprestigiada históricamente, ni siquiera considerada trabajo. Para que una persona, hombre o mujer, se desarrolle de forma integral, profesional y personalmente, tiene que tener un trabajo asalariado y también tiene que cuidar, educar a los hijos y realizar tareas en el entorno familiar. Este trabajo forma a las personas de igual manera y las mujeres no somos responsables de esta carga. Todas las personas tenemos que hacer ese tipo de trabajo, incluso para nuestro propio crecimiento personal.

-¿Pero cómo se cambia hacia esa mentalidad?

-Con la educación en la escuela, en la familia, en los medios de comunicación... es un trabajo colectivo que la sociedad al completo ha de hacer. Tenemos que colaborar para cambiar esas tradiciones que son perjudiciales para el desarrollo de las personas.

-¿Cree que puede ser peligroso que el feminismo se convierta en una moda que pase?

-El tema está en tener claro qué es el feminismo. A lo largo de la historia el feminismo ha sido un tema muy controvertido. A las feministas del XIX se las tildaba de histéricas y poco menos que enfermas mentales. De manera interesada, determinados grupos sociales han conseguido desde el poder que el feminismo se haya distorsionado y se haya ridiculizado muchas veces. Pero el feminismo no puede pasar de moda puesto que es un movimiento de lucha por la igualdad de oportunidades de todas las personas. Se reivindica que las mujeres tengamos las mismas oportunidades que los hombres, es un movimiento global. A partir de esa base se han elaborado distintas teorías, no hay un feminismo único, y distintas estrategias para alcanzar ese objetivo. Teniendo claro lo que es, no puede pasar de moda, es imposible, tiene detrás muchísimo trabajo, mucho activismo. Otra cosa es que se haya creado un feminismo de marketing, para vender y ese sí que puede que pase.

-¿Cree que el nuevo gobierno con tantas ministras tira un poco de ese marketing o hay una conciencia real?

-Yo creo que es muy importante que haya un número tan amplio de mujeres ministras porque ha visibilizado el talento. Se habla mucho de ese talento perdido, de que las mujeres tenemos que demostrar nuestro talento, pero eso ya lo hemos hecho, no tenemos que agobiarnos por intentar parecer que somos igual de talentosas que los hombres, es que lo somos.

-Y se demuestra constantemente en el terreno universitario...

-Sí. Los mejores expedientes en la Universidad de Málaga son de chicas, por lo que no van a tener que demostrar su talento. Pero qué pasa para que el porcentaje de mujeres en los puestos de toma de decisiones sea bajísimo. Pues que la clave está en el momento en el que hay que cuidar a una familia y a unos hijos. Hemos conseguido que nuestras mujeres más jóvenes tengan acceso a los estudios superiores, que se doctoren, donde hay un porcentaje muy equilibrado entre ambos sexos, pero a partir de ahí llega la edad de la crianza y ahí el reparto del trabajo es desigual.

-¿Cómo se reivindica otra fórmula?

-Las mujeres tenemos que decir una y otra vez que nosotras no tenemos ningún órgano especial para la crianza, somos exactamente igual que los hombres y podemos criar todos con las mismas habilidades y facultades. No estamos hechas por naturaleza para ello. Tras el embarazo y el parto, que obviamente es una cuestión biológica, no debería de haber diferencias pero las hay. Una cuestión de meses no debería de justificar la caída tan brutal de mujeres en puestos de toma de decisiones.

-¿Se sabe realmente qué es el feminismo?

-Las feministas tenemos que procurar que el feminismo se conozca, hacerlo visible y que sepan en profundidad las distintas propuestas y, sobre todo, que conozcan la base. Hay gente que dice que no es machista ni feminista y eso es una barbaridad, porque no son dos términos que están en el mismo nivel, no tienen nada que ver. Hay gente que me dice que las feministas queremos quitar a los hombres para ponernos las mujeres, otra barbaridad. También hay una cosa muy mal entendida porque se usó un término que no era el adecuado, la discriminación positiva. Fue muy desafortunado. Existe un término que es el adecuado y el que describe lo que es necesario y que son las políticas de equidad. No se puede llegar a la igualdad cuando se parte de situaciones diferentes si no se hacen políticas de equidad.

-¿Todavía a la mujer se le sigue juzgando por su vestuario, por su apariencia?

-Tenemos dos asuntos que son el centro del trabajo, uno de ellos la conciliación corresponsable. Y otro, la cosificación de las mujeres. Ahí está la clave para entender todo, incluido las violencias extremas, las de género. Ya está bien. Las mujeres no somos objetos con los que los hombres pueden hacer lo que quieran en el momento que quieran. Hasta que una mujer no vaya a su casa a las cuatro de la mañana sola sin sentir miedo no habrá igualdad. Ese va a ser el indicador.

-Entonces nos encontramos con sentencias como la de laManada...

-Es que todavía tenemos muchas cosas que cambiar y no debemos de pensar que lo conseguido sea para siempre, porque desgraciadamente no lo es, tenemos que seguir trabajando y decir bien claro que mi cuerpo es mío y soy la que tengo que decirte lo que quiero y lo que no quiero.

-Pero aún se culpabiliza a la mujer porque viste o actúa de una determinada manera...

-Es absolutamente irracional que en una sociedad que se define como democrática y libre se den estas situaciones. No hay justificación. Las mujeres tenemos que tener muy claro que no somos culpables de nada. Yo puedo vestirme como quiera y eso no implica que le esté dando permiso a un hombre para que haga lo que a él le apetezca. No tienen ningún derecho a utilizar mi cuerpo porque vaya con una ropa u otra.

-¿Cuáles son las claves maestras para llegar a esa igualdad?

-La educación en valores es fundamental, los valores de igualdad, solidaridad, las políticas de equidad. Si tenemos esto claro lo demás irá desarrollándose de manera fluida. Las cuestiones culturales cuestan y hay que actuar a distintos niveles. Y no solamente hay que educar a los niños, los adultos también tenemos que aprender esos valores.

-¿Cuántas generaciones quedan para alcanzar el objetivo?

-Soy optimista y creo que con motivo. Están dándose circunstancias que van a hacer que se produzca un salto importante porque hay mucha gente joven que sabe de qué va esto y se preocupa. Pero ojo, igual que se va hacia adelante se puede ir hacia atrás, así que hay que estar pendientes a esas reacciones adversas. Las propias mujeres tenemos que repensar nuestras vidas y nuestras actitudes, quitarnos esas mochilas tan pesadas, es fundamental la colaboración entre nosotras. La tecnología está a nuestra disposición para crear nuevas actitudes, para educarnos entre nosotras, hay muchas posibilidades abiertas.

-¿Hay reacciones adversas?

Sí, hay reacciones muy fuertes, muy potentes desde grupos de comunicación y determinados colectivos porque tienen unos intereses que van en contra de la igualdad de las personas. Pero las mujeres hemos ido construyendo muchas herramientas teóricas y prácticas para que ahora se utilicen bien para ir avanzando. Hemos dicho a muchas cosas basta y eso es muy importante. Basta no sólo a lo más visible, a las violencias extremas, basta también a las expresiones machistas que minusvaloren o humillen a la mujer, a la ridiculización de la reivindicación feminista. No van a decidir ya más por nosotras, nosotras decidiremos lo que queremos y lo que no y lo que tiene que hacer esta sociedad es poner los medios, las bases para que todas las personas se desarrollen y sean capaces de tomar decisiones por sí mismas. Es algo tan sencillo como eso, no pedimos más.

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