Málaga

“Es mejor leer un libro que mirar el móvil a la hora de dormir”

Profesionales del equipo de la Unidad de Sueño del Hospital Clínico.

Profesionales del equipo de la Unidad de Sueño del Hospital Clínico. / M. H.

Dormir no es perder el tiempo. Es una función esencial para la vida y la salud. Sin embargo, las obligaciones laborales, familiares y muchas veces el ocio roban horas de sueño. Para colmo, los tiempos que corren no son buenos para este descanso.

Por eso, la neumóloga de la Unidad del Sueño del Hospital Clínico Belén Gómez lanza un primer consejo: “Es mejor leer un libro que mirar el móvil a la hora de dormir”. Se refiere a los de toda la vida, los de papel; nada de ebook. Porque la luz de las pantallas estimulan al cerebro y hacen más difícil conciliar el sueño. Por eso precisa que a la hora de irse a la cama es conveniente evitar no sólo móviles, sino también ordenadores, tablets e incluso la televisión.

Otra recomendación es tener lo que los especialistas llaman una buena higiene de sueño. Es decir, seguir hábitos que lo estimulen –como tener unas horas regulares para acostarse o darse una ducha antes de irse a la cama– y rehuir de aquellos que puedan dificultarlo –como las pantallas–.

Al sueño se le dedica un tercio de la vida. Y es tan importante que hay un Día Mundial del Sueño para concienciar sobre su trascendencia. Se celebra el 15 de marzo. Es tan esencial para la salud que hasta hay unidades en los hospitales dedicadas al sueño. La del Clínico –que depende del área de Neumología– atiende al año a unos 2.400 pacientes. La mayoría son para estudio de apnea obstructiva del sueño y revisiones por esta causa. Los que presentan otros problemas son derivados a Neurología para su diagnóstico.

Según las estimaciones, alrededor de un tercio de la población padece trastornos a la hora de dormir. En Málaga, eso supone más de 500.000 personas. Estos problemas pueden afectar desde la infancia a la vejez y empeoran con los años.

Uno de los trastornos más frecuentes es la apnea del sueño. Se estima que ésta afecta al 10% o más de la población. De modo que de ese medio millón de personas, en torno a 170.000 están afectadas por esta dolencia. La apnea se produce cuando la persona deja de respirar mientras duerme. Las pausas pueden ser de 10 segundos y hasta de dos minutos. El problema es que cuando el cerebro detecta la falta de oxígeno ordena microdespertares. Hay pacientes que hacen 30 ó 50 pausas de respiración a la hora.

“Es como si alguien estuviera encendiendo y apagando un interruptor toda la noche; al final la luz se funde”, explica Miguel Benítez, neumólogo que también trabaja en la Unidad del Sueño del Clínico. Así cuando llega la mañana, el que está fundido es el paciente. Porque debido a los microdespertares que causa la apnea, no se alcanza el sueño profundo. “No se descansa correctamente y al día siguiente la persona no puede rendir; se queda dormida en la oficina o en lugares en los que no es normal que uno se duerma”, explica la neumóloga.

Porque para que el sueño sea reparador y cumpla la función de resetear el disco duro del cerebro tiene que ser profundo. Los efectos no son solo un poco de sueño o cansancio. A largo plazo puede ocasionar un mal control de la tensión, pérdidas de memorias, arritmias o problemas cardiacos.

Los factores que influyen en la apnea del sueño son, entre otros, el exceso de peso, el consumo de alcohol y el uso de pastillas para dormir. “La obesidad es el factor más importante. Si pesa más de la cuenta, es más probable que tenga apnea del sueño”, afirma Gómez. Su compañero en la Unidad aclara la razón: “La garganta [por la que tiene que entrar el aire] es como una cañería y si tiene mucho peso, se colapsa”. Por su parte, el alcohol y los fármacos para dormir, al actuar como relajantes musculares, favorecen las pausas en la respiración.

Los síntomas de quienes padecen este trastorno son ser ronquidos, paradas en la respiración durante la noche y cansancio al día siguiente. Para diagnosticar la apnea del sueño, se hace una prueba llamada poligrafía. El paciente se lleva un aparato a la casa que mide una serie de patrones con los que los neumólogos confirman o descartan este trastorno. En dos de cada tres sospechas, el resultado es positivo. Hay casos severos de apnea (más de 30 pausas por hora) en los que los enfermos conectarse a una máquina a la hora de dormir para que su sueño sea realmente reparador. Sólo el Clínico tiene a unas 15.000 personas con este tratamiento. Para muchas es de por vida. Aquellos pacientes en los que el detonante es el exceso de peso pueden desengancharse de la máquina si pierden kilos.

La apnea es uno de los trastornos del sueño. Pero hay muchos más. Unos los tratan los neumólogos y otros los neurólogos. La cifra dimensiona el problema: más de 500.000 personas en la provincia los sufren. Por eso, los dos especialistas insisten en la importancia de tener una buena higiene de sueño. Y a modo de conclusión, Benítez insiste en que el tiempo dormido no es tiempo perdido, sino todo lo contrario: “Son horas que permiten al cuerpo recuperarse y reponerse”.

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