Málaga

“Me operé el pecho para quitarme el complejo”

  • Las mujeres buscan modificar la forma de sus pechos para sentirse mejor psicológicamente y dejar de sentir rechazo por sus mamas

Gema Fernández, Emilia Bergillo y Carolina Domínguez, tres mujeres que se han operado el pecho.

Gema Fernández, Emilia Bergillo y Carolina Domínguez, tres mujeres que se han operado el pecho. / M. H. (Málaga)

La demanda de las operaciones de aumento del pecho ha aumentado después del confinamiento y los cirujanos plásticos sostienen que esto se debe a que las personas han empezado a priorizar el sentirse mejor con su propio cuerpo. Muchas mujeres acuden a clínicas de estética y a cirujanos experimentados para realizarse un aumento de pecho, pero no todas van por el mismo motivo. 

Las pacientes más jóvenes, de 20 años aproximadamente, demandan una mamoplastia para aumentar, cambiar la forma o simetrizar sus pechos. Entre ellas, el sentir rechazo, no estar cómodas y querer ocultar sus mamas lo máximo posible, está muy presente. Por otro lado, están las mujeres que desean operarse porque han tenido hijos y quieren realizarse una mastopexia con prótesis, es decir, elevar la mama y aumentar el volumen. Esta operación suelen demandarla porque permite a las mujeres recuperar el tamaño de su pecho y elevarlo, tras el período de lactancia. 

El tipo de operación es diferente para cada paciente y tras “una valoración inicial en la primera consulta, se determina cuál es el procedimiento más adecuado para cada caso”, explica la cirujana plástica María Yagües. A partir de la segunda consulta, la paciente elige el tamaño de las prótesis, “siempre orientada por el cirujano” para que estas se adecúen lo máximo posible a su tórax. Yagües sostiene que, antes del procedimiento quirúrgico, solicita a todas sus pacientes “menores de 35 años una ecografía mamaría y a las mayores de 35 una mamografía para descartar que haya patologías en las mamas que puedan verse afectadas por una cirugía”. 

El presupuesto de cada operación dependerá del tipo de intervención que se realice y del tipo de prótesis que se vayan a usar. El coste ascenderá o disminuirá dependiendo de “si las prótesis son redondas o anatómicas, de si la paciente quiere, a parte del aumento, una reconstrucción mamaria o una elevación del pecho”, admite la doctora. El postoperatorio suele cambiar según la paciente, unas sufren muchos dolores, otras solo les duele la espalda y otras no sienten nada. Lo que todas deben hacer es ir a todas las revisiones que el cirujano indique. 

Asimismo, Yagües remarca que “eso de que las prótesis deben cambiarse a los 10 años es una leyenda urbana”, ya que sostiene que estas solo se deben renovar en caso de rotura o de sufrir una contractura capsular. 

El doctor Leopoldo Cagigal, cirujano plástico, ha observado estos últimos años que ha aumentado la demanda de operaciones de aumento de pecho. Sus pacientes son mujeres jóvenes y de mediana edad que buscan operarse para sentirse mejor psicológicamente. En su clínica, sus pacientes van siempre acompañadas y es “fundamental explicar la información básica que todo el mundo debe conocer, los riesgos del procedimiento y los efectos a largo plazo”. Posteriormente, se centra en la paciente y dialogan sobre “qué quiere conseguir con esa operación”.

Tras la operación, Cagigal asegura que le realizan un seguimiento durante el primer año para vigilar a través de ecografías, el estado “de sus implantes y sus glándulas mamarias”. Además, estas revisiones periódicas permiten a la paciente “observar de forma involuntaria sus pechos y adelantar su plan de detección temprana del cáncer de mama”. Por otro lado, el cirujano plástico sostiene que a sus pacientes siempre les informa que “en la mayoría de los casos la duración media de la prótesis oscila entre los 10 o 15 años, aunque a veces puede durar 5 años y otros 20”. La vida de la prótesis depende de “los cirujanos, de la calidad de los implantes y el trabajo diario o vida que lleve el paciente”, remarca el doctor Leopoldo. 

Gema Fernández, una joven de 22 años, se operó en 2020 porque a los 13 años sufrió bulimia y adelgazó 20 kilos en dos meses, por lo que sus pechos se redujeron y su forma no terminaba de gustarle. “No podía ni mirarme al espejo, iba tapada a la playa y me cambiada en el gimnasio sin que nadie me viera”, asegura la malagueña, que desde ese momento se propuso que cuando pudiera permitírselo se haría un aumento de pecho. Después de valorar opciones acudió a un cirujano especializado en aumento de pecho. 

En ese momento se enteró que la razón por la que sus pechos tenían una forma “extraña” se debía a que tenía una malformación llamada mamas tuberosas que provoca una anomalía en el desarrollo de estas. Fernández se decantó por unas prótesis redondas para conseguir unos pechos “lo más naturales y parejos posibles”. Tras la operación se recuperó de forma rápida y a día de hoy está “contentísima” y remarca que “nunca había enseñado el pecho, siempre me tapaba lo máximo posible para disimularlo y ahora me encanta ponerme escotes”. 

Por su parte, Emilia Bergillo tenía una agenesia mamaria, es decir, un pecho diferente a otro y “porque no estaban iguales y a mí psicológicamente me dolía verme así” decidió operarse. Con 17 años y el permiso de sus padres, contactó con un cirujano que la asesoró en todo momento para conseguir tener un pecho lo más natural posible. “Solo me operé un pecho, que es donde tengo la prótesis, pero es verdad que en el otro me quitó volumen”, añade la joven malagueña. La simetría es tal que no nota ninguna diferencia entre sus mamas, “es como si no tuviera la prótesis”. Además, añade que, a día de hoy, si tuviera que operarse otra vez, lo haría para ponerse dos prótesis iguales. 

“Siempre he tenido el pecho pequeño y tenía muchísimas ganas de operarme”, cuenta Carolina Domínguez, una malagueña que decidió operarse para sentirse mejor consigo misma. Con unas prótesis de 400 gramos para cada pecho entró en el quirófano y al salir sostiene que se veía “estupenda, aunque el postoperatorio fue doloroso”. A día de hoy está muy feliz, sus pechos se agrandaron y encogieron adaptándose, de este modo, a la etapa lactante de sus hijos. Esto ha hecho que tenga “el pecho mucho más natural y no parezcan dos pechos artificiales”. 

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