Málaga

La pandemia aumenta las adicciones digitales a dispositivos y juego ‘on line’

  • Especialistas advierten que la adicción a drogas es más “invisible” que hace unos años

  • Muchos adictos llevan una vida normal y consumen casi una década antes de pedir ayuda

Un grupo de usuarios durante una terapia en el Centro de Tratamiento de Adicciones MonteAlminara.

Un grupo de usuarios durante una terapia en el Centro de Tratamiento de Adicciones MonteAlminara. / M. H.

La pandemia ha traído consigo un incremento de las adicciones digitales. Es decir, de la dependencia de los dispositivos tecnológicos como los móviles o las pantallas y también del juego on line. Las semanas de confinamiento así como las posteriores restricciones en los contactos sociales para contener el Covid han supuesto un aumento del uso de estos aparatos y de las apuestas en internet para combatir el aislamiento. Para muchos hasta caer en la adicción o reforzar un comportamiento adictivo previo. Así se alerta en el Plan Nacional de Drogas.

El director terapéutico del Centro de Tratamiento de Adicciones MonteAlminara, Juan José Soriano, señala que durante la pandemia ha habido una “sobreexposición” a las pantallas que ha derivado a dependencia o bien consolidado un vínculo adictivo previo.

No obstante, aclara que en esa clínica, el 90% de la demanda todavía sigue siendo la vinculada a las adicciones a drogas. Pero estima que “la ola [de las digitales] nos llegará pasado un tiempo”.Soriano insiste en que las adicciones a drogas “sigue siendo un grave problema de salud pública”. Recuerda que los consumidores se inician en torno a los 13 o 14 años con tabaco, alcohol y cannabis. Con estas sustancias hay menos percepción de riesgo e incluso son “una forma de socializar”, alerta.

Pero luego se pasa a la combinación de alcohol, cocaína y cannabis. De hecho, este consumo genera alrededor del 90% de la demanda de la clínica. El director terapéutico de MonteAlminara detalla que muchos adictos tardan entre “10 y 12 años” en pedir ayuda profesional para intentar salir de la dependencia. El perfil en un 85% de los casos es el de un varón de entre 25 y 35 años, generalmente de profesiones liberales o empresarios, algunos de los cuales han tenido ya un fracaso previo en su intento de dejar la adicción.

Las mujeres representan en torno al 15% de la demanda. En la mayoría de los casos por consumo de alcohol e hipnosedantes. Pero que proporcionalmente pidan menos ayuda no significa que haya menos dependencia entre este colectivo. El problema es que, por un lado, las mujeres viven su adicción como un estigma y lo sacan menos a la luz. Y por otro, que retrasan su petición de ayuda para desengancharse porque se postergan para continuar con su papel de cuidadora de los demás. “Por ello, las mujeres suelen llegar en una situación de mayor deterioro que los varones”, explica Soriano.

Otro punto en el que hace hincapié este especialista es que en los años 80 había un elevado porcentaje de dependencia de la heroína, que causaba un evidente deterioro físico. Por lo tanto, la adicción no pasaba inadvertida. Ahora, en que el consumo es fundamentalmente de cannabis y cocaína, es “invisible”. Por ello, la toma de conciencia a la hora de buscar una salida “es más complicada”, asegura Soriano. Es más difícil que la dependencia sea advertida por los demás y, aparte, el propio adicto tiene la impresión de que “controla”, no aprecia un deterioro físico evidente y, en consecuencia, tarda más en pedir apoyo profesional.

Según este experto, el parón forzado por la pandemia ha servido para que personas con una adicción a las sustancias aún no cronificada tomaran conciencia de su problema y acudieran al Centro MonteAlminara para intentar desengancharse. En estos casos, la demanda es a iniciativa propia. Pero cuando ya hay una dependencia enquistada, suele ser la familia la que solicita ayuda dado que la adicción genera un deterioro personal así como de las relaciones familiares, laborales y sociales.

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