Miguel Guerrero | portavoz de suicidio de la Sociedad Española de Psicología Clínica

“Las personas con ideas suicidas deben saber que hay recursos para ayudarles”

Miguel Guerrero.

Miguel Guerrero. / M. H.

Miguel Guerrero lleva muchos años trabajando en la prevención y detección de la conducta suicida. Es el portavoz para este tema de la Sociedad Española de Psicología Clínica (SEPC) y miembro de la asociación Papageno que integra a profesionales dedicados a su prevención.

–¿Hay conciencia de que los suicidios son un drama que multiplican con creces el de los fallecidos por accidentes de tráfico?

–Existe una falta de concienciación social del problema social y de salud pública que supone el suicidio en nuestro entorno. La población desconoce en gran medida el impacto de la mortalidad y la morbilidad del suicidio y tiende a infraestimar las cifras de muertes por suicidio, de intentos de suicidio o de personas que piensan en el suicidio. Durante demasiado tiempo ha existido un ‘pacto de silencio’ institucional, político y mediático que ha ocultado e invisibilizado el drama del suicidio en nuestra sociedad. Ahora, tras la pandemia se ha iniciado un claro cambio de tendencia en este sentido y se comienza a hablar más sobre el impacto de la conducta suicida y sus consecuencias. Mayor visibilidad no necesariamente lleva asociado a hablar de una forma más científica, rigurosa y ética, siendo una estrategia básica de prevención del suicidio la comunicación responsable por parte de medios de comunicación y redes sociales.

–¿Serían necesarias campañas contra el suicidio, como se hizo y se hace con los accidentes de tráfico?

–Una buena forma de sensibilizar y visibilizar este fenómeno sería precisamente apostar por campañas públicas de concienciación, sensibilización y lucha contra el estigma social que rodea la conducta suicida en nuestra cultura. Conocer la magnitud de las cifras no solo de mortalidad (4.097 personas en el año 2022), sino el número de personas que han intentado suicidarse (más de 80.000), el número de familias que quedan profundamente devastadas por perder a un ser querido por esta causa (supervivientes), la prevalencia de personas que piensan en el suicidio en algún momento de sus vidas, las llamadas que se registran en los servicios de emergencias por conductas suicidas en curso o las personas que piden ayuda en diferentes recursos de crisis en línea o telefónicos… El objetivo final de estas campañas públicas de prevención debe ser no solo concienciar a la población sino facilitar información y conocimiento de cómo, cuándo y dónde recibir ayuda, animar y facilitar redes de apoyo, favorecer la búsqueda de ayuda ante una situación de crisis suicida, eliminar el miedo, la vergüenza o la culpa por pensar en el suicidio y generar confianza en el sistema social, sanitario y comunitario para expresar el sufrimiento sin ser juzgado o estigmatizado por ello.

–Durante los años duros de la pandemia aumentaron los suicidios en la provincia de Málaga. Hubo 128 en 2019, 173 en 2020, 198 en 2021 y baja algo en 2022, con 167. ¿Por qué?

–Ya durante la primera ola de la pandemia, algunos profesionales tanto de ámbito internacional como nacional alertamos de que la conducta suicida sería una consecuencia de la pandemia. Una crisis sanitaria, social, política y económica de la magnitud del Covid actúa como un macro factor de riesgo ambiental-contextual, impactando negativamente en factores de riesgo ya conocidos para el suicidio, así como debilitando y amenazando factores de protección al mismo. Estamos pagando las consecuencias de no contar con un plan nacional de prevención del suicidio y una reacción tardía al refuerzo de recursos humanos, técnicos y financieros dedicados a la salud mental de forma general y la prevención del suicidio en particular, sobre todo aquellas acciones dirigidas a las poblaciones de mayor riesgo o más vulnerables como son los jóvenes adolescentes, las personas mayores, las personas con trastorno mental grave, enfermos crónicos o personas en franca vulnerabilidad socio-económica.

–Los hombres suponen tres de cada cuatro personas que mueren por suicidio. ¿Qué hacer frente a esta realidad?

–En 2022 fallecieron 3.042 hombres en España,más del 74% del total. Por lo tanto, si queremos prevenir y evitar muertes por suicidio, si queremos reducir en un porcentaje significativo el número de fallecidos debemos crear, desarrollar e implementar acciones, estrategias y programas de prevención enfocadas y dirigidas al hombre, dado que efectivamente el número de fallecidos de varones triplica al de mujeres. Algo que es así en prácticamente todo el mundo. Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la Asociación Internacional de Prevención del Suicidio (IASP) animan a los Estados o regiones a desarrollar estrategias específicas de prevención del suicidio masculino. Pero para ello hay que conocer, estudiar e investigar profundamente los determinantes que confiere al hombre una mayor vulnerabilidad o predisposición a fallecer por suicidio.

–¿Qué mensaje hay que trasladar a personas con ideas suicidas, a la sociedad, a los sanitarios, a los docentes?

–Las personas que en algún momento de sus vidas piensan en el suicidio como escape de una situación de sufrimiento muy probablemente vivenciado de forma insoportable e intolerable deben saber que no están solas, que existen recursos de apoyo y acompañamiento eficaces, que podemos aliviar su dolor, combatir su desesperanza y reducir su sentimiento de soledad, que podemos acompañarlos en esos momentos donde la vida pierde el sentido, que cada vida importa y muchas personas estamos dispuestos a ofrecer un espacio de escucha, protección y seguridad. La sociedad debe dejar de invisibilizar el dolor ajeno y saber que todos podemos prevenir una muerte si nos mostramos compasivos, solidarios y activos. Los profesionales sanitarios deben capacitarse y formarse en detección del riesgo suicida, su abordaje y acompañamiento de personas en riesgo de suicidio dentro del sistema nacional de salud al igual que los docentes deben adquirir habilidades básicas para apoyar a aquellos alumnos que en algún momento se encuentren en una situación de crisis suicida. Todos desde nuestras respectivas competencias y disciplinas podemos y debemos ponernos al servicio de aquellas personas que están sufriendo hasta plantearse dejar de vivir.

–¿Cuáles son los detonantes del suicidio? ¿Factores externos, internos, ambos?

–Nadie debe dudar que el suicidio es un fenómeno humano sumamente complejo, poliédrico y multidimensional. Esto significa, entre otras consideraciones, que las causas de un suicidio son múltiples, dinámicas e interactivas. En casa suicidio operan y confluyen variables sociales, personales, familiares, biológicas, culturales y psicológicas que son únicas para esa persona. Existen factores de vulnerabilidad que generan una predisposición a la conducta suicida (biología, genética, adversidades tempranas como abusos, rasgos de personalidad, etc.); factores que incrementan el riesgo suicida (padecer enfermedades físicas o mentales, consumos de drogas, desempleo, intentos previos o autolesiones repetidas, pobreza, desigualdades, rechazo social, etc) y factores que pueden precipitar una crisis suicida (un conflicto interpersonal, vivir una humillación u ofensa, perder un ser querido, perder un empleo, problemas de salud, perder el sentido de vida, no poder soportar más la angustia y el dolor…)

–Pertenece a la Sociedad Española de Psicología Clínica (SEPC) ¿Qué papel tiene el psicólogo clínico en la prevención?

–La SEPC está comprometida y ocupada en la prevención del suicidio y estamos convencidos de la necesidad, pertinencia y efectividad de poner en marcha un plan nacional de prevención del suicidio. Dentro del sistema público de salud en las diferentes comunidades autónomas, los psicólogos clínicos jugamos un papel determinante en la prevención, intervención y posvención de la conducta suicida. Podemos contribuir a diseñar estrategias y acciones basadas en la evidencia de prevención dirigidas a colectivos vulnerables o frágiles, realizamos evaluaciones específicas y especializadas en pacientes en riesgo suicida, elaboramos planes de seguridad e intervenciones en crisis, ofrecemos intervenciones psicoterapéuticas focales, acompañamos a los supervivientes en sus procesos de duelo tras perder a un ser querido por suicidio. Además de nuestra labor asistencial, podemos aportar en el ámbito docente, investigador y colaborar con agentes externos de prevención.

–¿Y cómo están los recursos humanos?

–Para poder ejercer nuestra función en el sistema público de salud, tienen que garantizarse una mayor ratio de profesionales por 100.000 habitantes, actualmente muy por debajo de la media europea. Y debe haber más oferta de plazas de especialidad en Psicología Clínica para dotar al sistema de salud de recursos humanos suficientes si queremos realmente mejorar la asistencia. La media de psicólogos clínicos en Europa es de 18 por 100.000 habitantes, en España de 6 por 100.000 y en Andalucía 3 por 100.000.

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