El primer encuentro


CUANDO dos barcos de una misma compañía coinciden atracados en un puerto, normalmente, los capitanes y algunos miembros de las tripulaciones suelen visitarse. Esta norma de cortesía, o si lo prefieren, de camaradería, habitualmente tiene su segundo acto cuando uno de los barcos deja el puerto y ambos se despiden haciendo sonar sus bocinas.
Hace unos días, dos buques de Costa Cruceros atracaban con unas horas de diferencia en las instalaciones del puerto de la capital de la Costa del Sol, y la tradicional visita y despedida sonora volvía a repetirse. El miércoles 26 de julio de 1972, los muelles uno y dos (los que por entonces albergaban a la gran mayoría de buques de turistas que llegaban a Málaga) vivieron una jornada repleta de barcos. Procedente de Nápoles y con destino a Vigo, el buque español Monte Umbe atracó en el muelle de Cánovas dentro de un curioso itinerario en el que viajaba un nutrido grupo de turistas de diversas nacionalidades. En ese mismo muelle, el buque de la por entonces denominada Costa Line Federico C., amarraba tras haber tocado con anterioridad el puerto francés de Cannes. Completando la lista de barcos turísticos de ese día, el Irpinia, llegado de Tánger y con destino a Palma de Mallorca atracaba en el muelle de Ricardo Gross.
A las ocho de la tarde, el Federico C. dejaba las aguas del puerto rumbo a Funchal, y mientras salía, se encontraba con su hermano de contraseña Enrico C., que llegaba a Málaga para pasar la noche. Unos prolongados saludos sonoros por parte de ambos barcos sirvieron para festejar aquel momento. Un histórico encuentro que significó la primera vez que coincidían en aguas malagueñas dos buques de Costa Line, lo que hoy es Costa Cruceros.
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