Los verdiales, una tradición al alza

El baile malagueño por excelencia aumenta su popularidad entre los jóvenes Dos pandas actúan cada día en la calle Larios

La panda Aires del Torcal fue la encargada de inaugurar esta semana de verdiales en la calle Larios.
La panda Aires del Torcal fue la encargada de inaugurar esta semana de verdiales en la calle Larios.

Son poco más de las doce de la mañana, pero la calle Larios está a rebosar. La arteria principal de la Feria se convierte en un multiescenario. Aquí y allá se reparten charangas, grupos de sevillanas y algún que otro artista callejero. Cuando el reloj toca la una, un nuevo competidor entra en el teatro entoldado que es la calle Larios. Un pequeño de cinco años baila una bandera española con maestría. Lo hace al ritmo de rasgeos de guitarras, castañuelas, panderos y platillos. Todo acompañado por el frenético frotar de un violín.

Desde la portada de la Feria, la panda Aires del Torcal se abre paso entre el tumulto. Un verdial estilo Almogía atrae tanto a malagueños como turistas. Es la primera panda que pisa las calles del centro este año. Luego vendrán trece más -dos por día desde la una de la tarde hasta las cinco-. La bravura de este fandango antiquísimo es un canto de sirena. En cuestión de segundos, una multitud de curiosos obstruye el paso de la calle más importante de la ciudad. "Es algo diferente. Esto sólo se puede escuchar y ver aquí, en Málaga", explica Antonio García. Este jubilado de 66 años se declara fan acérrimo de los verdiales.

Alfredo Arrebola, granadino, Doctor en Filosofía, flamencólogo y cantaor, afirmó en el V Congreso de Folclore Andaluz celebrado en Málaga en 1994 que el fandango más antiguo registrado eran los verdiales, más incluso que el propio flamenco.

Los expertos admiran la pureza de los verdiales malagueños. Los tres estilos: Almogía, Comares y de los Montes han llegado a nuestro días sin un ápice de modernidad. Manteniendo sus raigambres tradicionales.

Al oído, los ritmos recuerdan a un trote de caballos, mientras la naturalidad de los movimientos de los bailaores y el abanderado transportan al espectador a los campos de almendro y olivo de Almogía.

Esta invariabilidad, sin embargo, ha repercutido negativamente en la expansión y popularidad del baile malagueño por excelencia. "Las sevillanas, por ejemplo, se han vendido mejor. Todo el mundo, haya visitado o no Andalucía, conoce las sevillanas. Hay malagueños que no saben qué son los verdiales", se lamenta Ramón Santamaría, vicepresidente de la Federación de Pandas de Verdiales.

Tanto él como Alonso Martín, alcalde de la panda Aires del Torcal desde el 1986, coinciden en el aumento de admiración y prestigio de los verdiales en Málaga. "Las administraciones nos apoyan; sin embargo, las subvenciones que recibimos por venir a la Feria no cubren ni la gasolina que gastamos", se queja Alonso mientras sus bailarinas preparan castañuelas y sus músicos cogen el tono. "Estamos aquí hoy porque amamos los verdiales y nos encanta que la gente los vea y los disfrute".

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