Caballero es el proyecto
Sensacional noche del portero argentino que tuvo una réplica semejante con Diego Alves en la otra portería Entrenido reparto de puntos que no saca de pobres a ninguno de los dos equipos


El Málaga busca una flauta que suene después del proyecto más glorioso de su historia. Intenta emular el modelo del Borussia Dortmund, pero eso es sólo un cigoto de evolución lenta. Tendrán que pasar varios años desde la deuda cero y cambiar mucho el panorama patrimonial para aspirar a emular ese plan de apuestas certeras y acierto en la compraventa. El único camino recto y solvente que tiene el club a día de hoy es Willy. Caballero es su póliza de seguros, su cheque en blanco, su maquinita de los puntos. El empate lleva el protagonismo suyo, ex aequo con Diego Alves. 0-0 dice el marcador, pero cuando los guardametas son los mejores es que los árboles se han agitado bastante. La manzana no cayó en la cabeza de nadie; tampoco Schuster ni Pizzi tienen a día de hoy un Newton al que se le encienda la bombilla.
Algún día se ilustrarán los entrenamientos en la cantera del club con vídeos del mejor repertorio de Caballero. Será difícil escoger, sólo esta temporada lleva 80 paradas, cuatro por encuentro. De anoche puede rescatarse su despeje con el rostro. En una magnífica triangulación del Valencia, Parejo ingresó solo hacia la línea de gol como el maratoniano que otea la meta sin nadie detrás. Sabedor de que no podría haber parado la bola de haberla tirado a un costado, se echó rápidamente con el cuerpo hacia los pies del centrocampista como si tratase de cubrir a un hijo de la embestida de un coche. Se llevó un balonazo tremendo y una ración de aplausos bastante generosa. Aún aturdido por el impacto, en el córner le dio tiempo a gastar más reflejos en una volea de Jonas, la segunda de la noche que le sacaba. Esa aún no se había visto.

A falta de goles, quedó precioso el empate entre el argentino y su homólogo. Diego Alves tampoco se cansa de hacer de gato bajo palos; abortó el debut perfecto de Pablo Pérez. Apenas entrado, el argentino decidió tirar de casta para irse al remate y conectó un cabezazo perfecto abajo, donde sufren todos los porteros que no se llaman Diego Alves ni Willy Caballero.
Alves tomó el testigo de Keylor Navas. Tienen razón los futbolistas cuando huyen de la preocupación aludiendo que lo problemático sería no crear ocasiones. Así es, aunque tampoco cabe dejar de lado que el Málaga aún no le ha quitado el precinto a 2014, no marca desde hace 354 minutos, en aquel pimpampum de Duda y Camacho en Elche. Al menos esta vez el equipo aprendió a hacer lo que tantas veces se le olvidó en el campeonato, saber que si no se puede ganar al menos hay que conservar un punto.
El encuentro fue un espejo en la medular para que los metas intercambiasen exhibiciones. Pueden quejarse al alimón los dos contendientes de ocasiones marradas ante la puerta rival (honestamente hay que reconocer que se vieron más claras a favor del Valencia) y también del árbitro, horrible a partes iguales en la conducción del juego. Pero los chés maldijeron el ojo fino del asistente en la anulación del gol de Ricardo Costa. "Estabais los dos", le arguyó a Jonas cuando le protestaba. No opinará lo mismo cuando lo vea por la televisión.
Fue un gustazo ver a Santa Cruz ganando el concurso de bajar melones al suelo sin romper uno solo. Aquel adolescente de melena de anuncio, carácter indomable y apariencia frágil parece estar a años luz de este delantero que envejece con la elegancia de quien se le llena el pelo de canas. Fue una baliza siempre, una diana en el pecho para controlar cualquier patata que le enviaron sus compañeros. Permitió el desahogo para las transiciones ofensivas, abrió huecos donde no lo había y jugó como nadie a Juan Palomo ante los centrales del Valencia. Balón casi sin opciones por aquí, balón casi opciones por allá y, zas, maniobra de Roque para acabar con latigazo a Alves. Si le faltó suerte en la tarea del gol no fue por que no lo invocara las veces suficientes.
El punto, metido a plazo fijo, da continuidad a buenas sensaciones tácticas y a las preocupaciones anotadoras. El asterisco se llama Pablo Pérez. Suplente y muy impreciso en sus primeras acciones, luego encontró la calma para sembrar la sensación de que puede aportar algo nuevo en la segunda línea. El Málaga precisa eso y mucho más aún.
También te puede interesar
Lo último