Las pretemporadas son escaparates idóneos y quienes las aprovechan encuentran oportunidades. En ello pone toda su voluntad Ramón Enríquez, uno de los varios canteranos que dejan detalles más que esperanzadores para el futuro del Málaga. La irrupción del centrocampista en esta preparación veraniega es refrescante, enseña a un futbolista vertical y colmado de recursos técnicos que lo convierten en uno más a tener muy en cuenta.

Ramón Enríquez Rodríguez (Granada, 2001) es otro de esa generación Z que sube con fuerza desde La Academia. Pese al corte militar que comparte con Iván Jaime o Hugo Vallejo, ambos ya conocidos en pretemporada e incluso en partido oficial con el primer equipo, en estos encuentros resulta distinguible con su 30 a la espalda cuando coge el balón. En Coín se le vio con confianza y en Marbella, ante el Mallorca, terminó de soltarse. Se complementó con Keidi Bare, más anclado junto a la defensa, y buscó desde el pase o el regate superar líneas rivales, añadiendo un recurso que parece característico como su desplazamiento raso con el exterior de la bota diestra.

A sus escasos 18 años, el granadino quema etapas con velocidad. Llegado del Ciudad de Granada en edad infantil, destaca hace dos campañas en el San Felix semifinalista de la Copa del Rey dirigido por Alejandro Acejo y en esta, ya bajo las órdenes de Bravo en el juvenil, llega a debutar con el Atlético Malagueño el 7 de abril.

Escasos días después de aparecer con el filial de Manolo Sanlúcar, poco antes de llegar a la mayoría de edad, Ramón renovó su contrato con el conjunto blanquiazul hasta 2022 y disputaría un total de cuatro encuentros en Segunda B compaginados con el juvenil. Ahora trabaja en Estepona en su primera pretemporada con el primer equipo, de ahí la novatada, y esta campaña, aún en tercer año de juvenil, será uno más en el filial de Sergio Pellicer con mucho futuro por delante.