Málaga CF

La cruz fue los contragolpes rivales

  • El armazón del Málaga se resquebrajó en la segunda parte y cada balón parado a favor se convirtió en losa

Fede Cartabia, en carrera, seguido por Keidi Bare y Ontiveros.

Fede Cartabia, en carrera, seguido por Keidi Bare y Ontiveros. / La Otra Foto

El pasado miércoles hubo dos Málagas. El que saltó al césped durante el primer tiempo: posesivo, intimidador, con las ideas claras y sin miedo a jugar el esférico. Y un segundo tras el descanso: un mar de dudas con la pelota, incapaz de dominar el tempo y dejando de lado una de sus máximas durante toda la temporada, el rigor defensivo. La cruz del equipo de Víctor Sánchez del Amo en Riazor fue la fragilidad que mostró cada vez que los estiletes gallegos tenían metros por delante para correr, en cada contragolpe.

El Dépor encontró en cada balón parado favorable al Málaga la kryptonita blanquiazul, ese material que volvía frágil a Superman. Los blanquiazules parecían que tenían todo controlado, cada acción y situación durante los primeros 45 minutos, pero todo comenzó a resquebrajarse con las primeras acciones de estrategia mal ejecutadas por los de Víctor.

Los de Martí comenzaron a saber abortar cada balón parado colgado al área, a ganar segundas jugadas y a montar contragolpes con mucho peligro que el Málaga no pudo frenar en ningún momento. Lo anecdótico durante la temporada se convirtió en patológico y permitió a los gallegos, a base de acciones de peligro, intimidar a los malacitanos hasta perder el control del juego, con la consiguiente remontada: 4-2 y todo por decidir en La Rosaleda. Se recuerdan media decena de acciones en las que el Dépor pudo salir al contragolpe y llegar en igualdad, e incluso a veces en superioridad numérica, al área de Munir –que no tuvo su día–.

Munir, Ricca o Iván estuvieron involucrados en los cuatro goles del Dépor en Riazor

Los blanquiazules también mostraron una fragilidad alarmante en los costados. Es cierto que con el sistema de Víctor, con los extremos más pendientes de atacar que de defender, los lateral sufren algo más para defender a su par, apoyados habitualmente en la cobertura por un mediocentro. Esto a veces no es así y en Riazor se dieron demasiadas situaciones de centros laterales en los que los blanquiazules patinaron. Quedaron marcados con la cruz la pareja de laterales, tanto Iván Rodríguez como el capitán Ricca, así como Munir, involucrados directa o indirectamente en todos los goles del rival, detalles que marcaron el devenir de la eliminatoria.

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