La inacción del jeque Al-Thani, presidente del Málaga, exaspera. Ha habido varios toques públicos en las últimas semanas a su figura, desde Tebas al alcalde De la Torre pasando por un propio empleado suyo, José Luis Pérez Caminero. Pero él sigue a su ritmo.

A finales de junio, el jeque envió a un emisario desde su país para estudiar el estado de las cuentas, recopilar información y hacérsela llegar a Al-Thani. Estuvo varios días en las oficinas en contacto con los trabajadores del club y se marchó con sus conclusiones.

No hubo desde entonces apenas movimientos, acaso la confirmación de Víctor como entrenador. La operación se repitió la semana pasada. Un auditor independiente llegado desde Inglaterra estuvo en las oficinas de La Rosaleda recabando información para ofrecer un nuevo informe a Al-Thani del estado de la entidad. Desde que se despojó a Casado y Shatat de la potestad para firmar operaciones, ha sido el jeque quien siempre ha dado el último visto bueno a cualquier operación.

A raíz de esta visita del auditor llegado desde Londres sí se produjeron algunos movimientos, como la venta de Rosales y el fichaje de Okazaki. Insuficientes para acelerar la planificación, que depende básicamente de que se culminen salidas de sueldos altos que permiten adaptarse al límite salarial. En este proceso es capital la venta, por su cantidad, de Ontiveros, que está pactada con el Villarreal a expensas de que Al-Thani dé el visto bueno a una operación de la que depende bastante la viabilidad del próximo proyecto en Segunda.