El Málaga se asomaba a los últimos minutos del choque ante el Oviedo con cierto sosiego, pero no puede haber noche tranquila en La Rosaleda. Un error de Munir desembocó en el 2-1 en el minuto 84, lo que llevó al equipo a sufrir nuevamente en los compases finales. No obstante, tras el pitido final, la plantilla quiso mostrar su afecto al guardameta fundiéndose en un abrazo con él para dejar en anécdota lo que pudo ser un disgusto de ir a más.

La acción fue de lo más extraña. El Oviedo colgó una falta lateral, llegó un cabezazo prácticamente en la media luna del área y el balón caía blando, aunque picado rumbo a la portería de Munir. Ahí el malaguista no acertó a atrapar el esférico, que se le escapó y quedó muerto para que un atento Ibrahima Baldé enchufara el gol que metió al conjunto ovetense en el partido después de que el equipo de Víctor hubiera gestionado los minutos con soltura.

"Es algo que habla del nivel humano de este equipo. Nosotros creemos mucho en el trabajo para fomentar esas relaciones aportan capacidad competitiva. Creemos que desde nuestra metodología. Esto aumenta la confianza personal y colectiva. Todos creen en todos y eso suma. Estamos encantados con ellos y se lo agradecemos", eran las explicaciones de Víctor al momento.

Munir ya fue protagonista de otra de las grandes imágenes del malaguismo en los últimos tiempos con el momento inolvidable del Málaga - Deportivo de play off. Entonces su error no quedó en anécdota, pero sirvió para avivar el calor de la afición con su equipo. Ahora el abrazo es símbolo de unión en días convulsos.