Resultado y crónica del Mirandés - Málaga CF

El Málaga de todos (1-1)

  • Empate ante el humilde Mirandés de un conjunto blanquiazul voluntarioso pero plano

  • Sadiku agradó y marcó el 0-1 y Munir tuvo una intervención crucial para el empate

Sadiku se lamenta tras fallar una ocasión que pudo ser el 0-2.

Sadiku se lamenta tras fallar una ocasión que pudo ser el 0-2. / La Otra Foto

Este es el Málaga de todos. De todos los que han perpetrado esta broma pesada. El de los gestores irresponsables, el del esperpento, el del espanto ajeno, el de la plantilla justa y justita. Empobrecido en todos sus ámbitos, es el reflejo de un presidente caprichoso y desnortado que no sabe en manos de quién ponerse mientras los futbolistas blanquiazules tocan cual orquesta del Titanic. No se les niega el esfuerzo y el trabajo a los jugadores, cuya dignidad es la única bandera a la que agarrarse en esta deriva. Empate y gracias en Anduva ante el recién ascendido Mirandés, que tiene de Límite Salarial más o menos el mismo dinero que debe Al-Thani a su propia entidad.

La honradez en el Málaga llega en forma de trabajo y transita por el verde. Víctor Sánchez del Amo y los suyos tiran de manual, dibujan sistemas distintos que puedan dar otra cosa a un conjunto limitado. Apostó el madrileño por tres centrales, carrileros y poblar la medular de elementos (ahí entró el debutante Benkhemassa junto a Keidi Bare y Boulahroud). Le bastó para tener el dominio del balón, aunque le faltó colmillo y clarividencia.

El entrenador busca en los sistemas lo que no tiene en casa. De momento, tiene razón en eso de que parece que el equipo está en plena pretemporada. Y más razón aún cuando lamenta que estemos ya en la jornada quinta. Pero la calidad de este Málaga es la que es y no se puede importar ni impostar. Si encima tienes que pensar en reservas y rotaciones (el cambio de Keidi como ejemplo), qué se puede hacer.

Competir se compitió, de igual a igual. Y ese es el tema, el Mirandés te aguanta la mirada sin temor porque no lo generas. Ahora mismo nadie se siente menos que el Málaga, al que le cuesta digerir su nueva realidad. De momento, y tras el sufrido triunfo en Santander, empate, dos derrotas y empate. Cinco puntos, cinco jornadas. Cinco jornadas, cinco puntos.

El partido tuvo el sello de la actual Segunda División. El brillo justo, algún acercamiento, el balón parado como arma y la espera del error ajeno como concepto. El Málaga se llevó el punto gracias a las áreas. Sadiku, muy activo y peleón, aprovechó una asistencia de Boulahroud para estrenarse como goleador. El punta albanés tuvo otra opción que pudo ampliar la ventaja, dejando aroma a ariete. Pero lo que llegó fue el 1-1 más por demérito propio que por acierto del rival, que aun así se estaba creciendo y no se llevó los tres puntos por una parada salvadora de Munir.

Sin mucho tiempo para lamer las heridas, se avecina la visita del Rayo Vallecano (martes 17 de septiembre, 19:00, La Rosaleda), que suena tan gigantesco como sonaba el Málaga hace un año por los campos de Segunda.

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