Málaga CF - Racing

El malaguismo espanta malos espíritus y declara el estado de optimismo

  • La afición hace su particular aquelarre en La Rosaleda

  • 24.773 personas, la mejor entrada de la temporada

  • Ambientazo en Martiricos y comunión absoluta entre el césped y la grada

La afición anima durante el partido.

La afición anima durante el partido. / MArilú Báez

La palabra Carnaval deriva etimológicamente del término latino carnelevarium, que se refería a la prohibición eclesiástica que comenzó en la Edad Media de consumo de carne durante la Cuaresma. Con el tiempo, la fiesta devino hacia cauces más lúdicos y transgresores. Carnaval y fútbol forman un habitual matrimonio, en las coplas y los disfraces. Es Carnaval y cantan agrupaciones que han destacado en el concurso en el Cervantes en la previa del partido, como Los Malagüitas, que honraron a Roteta y aquel Málaga de finales del siglo XX que soñaba con devolver a la élite al balompié de la ciudad, con unas camisetas emblemáticas de aquella era.

Si se hubiera teletransportado a un aficionado desde aquella época a un aficionado al día de hoy no se hubiera creído lo que pasó después, el gran Málaga de Leeds y Atenas que cayó en el campo de Boavista, el paso por Segunda, el Málaga de la Champions, el jeque y el paseo por los juzgados... 24.773 aficionados asistieron, de alguna manera, a un aquelarre para limpiar los malos espíritus de la era Al-Thani. No se enterró al boquerón, aunque los ataúdes han formado parte del atrezzo simbólico en las últimas semanas, pero sí a una época que estaba haciendo demasiado daño. No hay que engañarse, la situación sigue siendo muy delicada y el administrador, José María Muñoz, tendrá que tomar medidas seguramente impopulares. Hay que vender, el descarte de Antoñín para el partido va en esa línea. Existe urgencia de dinero, la situación en la que están las arcas tras la presunta actitud delictiva de los Al-Thani es mala. Pero el malaguismo vivió un particular día de fiesta en La Rosaleda.

"Los Malagüitas", antes dle partido. "Los Malagüitas", antes dle partido.

"Los Malagüitas", antes dle partido. / Marilú Báez

Esos 24.773 espectadores conformaron la mejor entrada de la temporada en Martiricos. Hasta ahora no se había subido de los 20.000. La promoción del club con entradas a cinco euros, la atmósfera de catarsis creada con la destitución judicial del jeque, un buen horario, la marcha buena del equipo... Había condicionantes positivos para una tarde agradable, a lo que ayudó el equipo, desplegando un fútbol de altos quilates, entroncando con la línea exhibida en las últimas semanas. Pellicer no ha asumido foco mediático, pero va mejorando los registros de Víctor y las sensaciones de un equipo que ahora está más cerca del play off de ascenso que del descenso.

No se dejó de cantar, desde el recibimiento previo hasta que la entonación a capela del “Málaga, la bombonera” pusiera el vello de punta. Desde los clásicos hasta nuevos hits inspirados en los acontecimientos de los últimos. “¿Dónde están los Al-Thani? ¿Los Al-Thani dónde están?”, con más ironía que nunca. Con menos rodeos, “Al-Thani, jódete”. Y con cáustico “Richard, cógete un taxi” después de la icónica imagen de Shaheen, director general del club malagueño hasta que el pasado viernes José María Muñoz le destituyera en su primera medida de impacto nada más entrar por La Rosaleda, saliendo en uno después de que se le prohibiera usar a uno de los chóferes que habitualmente ha empleado, a cargo del Málaga, en su estancia al frente del club, con poco éxito para encarrilar una situación.

Recibimiento al equipo. Recibimiento al equipo.

Recibimiento al equipo. / Marilú Báez

En definitiva, el malaguismo ha declarado el estado de optimismo por lo que se ve en el césped y por la inhabilitación momentánea de los Al-Thani. Es un año duro que aún no está salvado, ni en el césped ni, lo que más preocupa, en los despachos. Pero la afición, en la mejor entrada desde el play off de ascenso, vivió un día de fiesta de los que crean y unen. Las caras, los cánticos, el lenguaje corporal del que estuvo en La Rosaleda era de euforia. El malaguismo late fuerte y responde. Es Carnaval, tiempo de quemar malos espíritus. Así lo hizo la afición, que cantaba de nuevo a pulmón el himno mientras el encuentro agonizaba en el descuento en comunión perfecta. “Malagueños y señores, en el fútbol español...”.

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