Cultura

Gutiérrez Solana reinventa la España oscura desde la Casa Natal

  • Hasta el 10 de octubre la Fundación Picasso exhibe seis óleos y 30 grabados que reflejan las obsesiones del artista a través de truculentas máscaras y procesiones

Gutiérrez Solana y Pablo Ruiz Picasso pertenecieron al mismo grupo de artistas e intelectuales, la llamada Generación del 14, a caballo entre el cosmopolitismo y lo vernáculo, entre la vanguardia y la tradición. El malagueño en el primer extremo y el madrileño en el segundo se encargaron de llevar a su terreno el paisanaje de una España oscura, trágica y sórdida. Ahora la Fundación Picasso Casa Natal rescata en seis óleos y una treintena de grabados la mirada de un "personaje estrafalario, disparatado y moderno, a pesar suyo", apuntó ayer Pablo Jiménez Burillo, director del Instituto de Cultura de la Fundación Mapfre, entidad de la que procede la colección de Gutiérrez Solana que se puede ver hasta el 10 de octubre en Málaga.

Creador de una visión profundamente personal, en sus pinturas, aguafuertes y litografías, así como en sus textos -uno de ellos titulado La España negra, Solana parece acercarse, sobre todo, a la literatura española de su época. Sus temas y su estilo han sido relacionados con escritores como Pío Baroja o Valle Inclán. "Fue un pintor de máscaras, con una mirada muy parecida a la de Picasso. Utiliza una tricomía, como hacían los pintores del Renacimiento con un contenido muy dramático como en sus imágenes de procesiones nocturnas", añadió Jiménez Burillo.

El artista, "obsesionado con la idea de España", quiso ser "un pintor muy español, muy a la antigua", matizó el responsable de Mapfre, pero para conseguirlo recurrió a una reinvención de la realidad muy particular y alejada de la visión de su época (los terribles años 20). "Solana hace trampa, lo que cuenta no es verdad. Se inventa su mundo, crea su personaje y adecua la realidad a lo que quiere ver ese personaje. Eso es lo realmente moderno", apostilló.

Así, un mosaico de tétricas procesiones, máscaras, extraños bodegones de connotaciones necrófilas, interiores asfixiantes y mujeres de mala vida protagonizan los pinceles de un creador hecho a sí mismo , que tuvo uno de sus mayores defensores en la figura de Ramón Gómez de la Serna, compañero de generación y de tertulias.

Los óleos que forman parte de la Fundación Mapfre (realizados entre los años 1917 y 1938) ayudan a comprender el imaginario de Gutiérrez Solana, plagado de rituales religiosos callejeros y con evidentes semejanza de planteamientos e iconografías con el expresionismo belga o la nueva objetividad alemana.

"Machado decía de él que pintaba con insana voluptuosidad lo muerto como lo vivo", explicó Lourdes Moreno, directora de la Fundación Picasso.

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