Cultura

José Antonio dirige por última vez el Ballet Nacional

  • El Festival de Santander acogió anoche la obra 'Negro-Goya', en la que el sevillano Fernando Romero interpreta al genial pintor · "No es mi epitafio en la danza", asegura

El bailarín José Antonio dirigió ayer en el Festival Internacional de Santander (FIS) su última función como máximo responsable del Ballet Nacional, con una obra, Negro-Goya, que supone su despedida de la institución, pero en ningún caso representa "su epitafio" en el mundo del baile, advierte quien también fue director de la Compañía Andaluza de Danza.

El Palacio de Festivales de Santander acogió anoche, la representación de esta coreografía, la última creada por José Antonio Ruiz (Madrid, 1951) para el Ballet Nacional, una institución cuya dirección abandonará el próximo 31 de agosto, aunque continuará en activo según su deseo. "Para nada será un epitafio", subrayó el bailarín durante la presentación en la capital cántabra de Negro-Goya, obra que, con música de Enric Palomar, ofrece una visión de la "genialidad intemporal" del pintor aragonés, inspirada en los desastres de la guerra y su última etapa creativa.

Acompañado por los bailarines principales de la obra: el sevillano Fernando Romero en el papel de Goya, Elena Algado en el de Leocadia, Miguel A. Corbacho (el Rey) y Miguel Angel Espino (el macho cabrío), el director del Ballet Nacional aseguró que esta última coreografía "no son fuegos de fuegos de artificio para cerrar una etapa".

"No es ningún tipo de despedida", recalcó José Antonio, quien explicó que Negro-Goya es un proyecto en el que venía trabajando desde hacía cuatro años con Enric Palomar y que iba a poner en marcha "fuera donde fuera". Finalmente, recordó el Premio Nacional de Danza en 1997, el Ministerio de Cultura decidió estrenarla este año con motivo del 60 aniversario de los festivales de Granada y Santander, los más veteranos del panorama estival en España.

Negro-Goya es una ballet "muy coral", aunque centrado en los bailarines principales, que cuenta con la participación de todo el elenco del Ballet Nacional en una recreación "magnífica" de los personajes. "En esta coreografía no hemos querido reproducir la historia, sino que era sugerente tomar al personaje de Goya y su genialidad pictórica", indicó el coreógrafo.

Para ello, José Antonio y Enric Palomar se inspiraron en tres colecciones de la "época negra" del pintor aragonés como son Los caprichos, Los desastres de la Guerra y Aquelarre, para narrar los momentos previos a su marcha al exilio francés de Burdeos. "Está Goya en toda su esencia", subrayó antes de resaltar la "intemporalidad absoluta" de su obra, lo que se refleja en una coreografía con un nivel técnico "apabullante" y un "vocabulario rico y extenso".

Fernando Romero, recientemente galardonado con el Premio Benois del Teatro Bolshoi, señaló las dificultades con las que se encontró para acoplar el personaje de Goya a una partitura "muy contemporánea y tensa desde el principio", que supone "un pulso a la coreografía". El sevillano explicó que su papel representa "el mundo no figurativo de Goya" y refleja el "tormento interior" de un artista que "vive sus monstruos". Sin embargo, matizó que para interpretarlo utilizó el "tormento diario y creativo" del director de esta coreografía. "Me he dejado dirigir como nunca", remarcó Romero sobre el trabajo de José Antonio. En esta obra el vestuario y la danza crean "un continuo de pintura en movimiento. Es -comparó- como si los cuadros saliesen del escenario".

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