Ópera en Málaga

Voz y grito para Bernarda Alba

  • Si el coronavirus lo permite, la Temporada Lírica dará un proverbial salto al repertorio contemporáneo a finales de abril con ‘La casa de Bernarda Alba’

Representación de ‘La casa de Bernarda Alba’, de Miquel Ortega, en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.

Representación de ‘La casa de Bernarda Alba’, de Miquel Ortega, en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. / Javier del Real / Teatro de la Zarzuela

Escribió Federico García Lorca La casa de Bernarda Alba en el fatídico 1936, poco antes de su muerte, y quiso el destino que su testamento escénico entrañara cierta anomalía, a modo de repliegue formal, respecto al rumbo que su escritura dramática parecía dispuesta a seguir entonces. En aquel mismo 1936 trabajó el granadino en la inacabada Comedia sin título, que habría de conformar una suerte de trilogía del teatro imposible junto con El público (1930) y Así que pasen cinco años (1931), atravesadas por el surrealismo, la inquietud científica y diversos elementos que se anticiparían al teatro del absurdo y otros lenguajes que prendieron en la escena europea tras la Segunda Guerra Mundial; La casa de Bernarda Alba, sin embargo, devolvía a Lorca al territorio propio de Bodas de sangre (1933) y Yerma (1934), con la intención de, en palabras del autor, retratar “la tragedia de la España profunda”. Cabe advertir la tensión, digamos, bipolar que experimentaba la inspiración del dramaturgo en aquellos años, entre el campo abierto de la experimentación y la imaginación y la recreación, cargada de intenciones sociales, del drama que aprisionaba entonces a buena parte del país, sometido a tradiciones e imposiciones feudales que condenaban a la sociedad de su tiempo a un ostracismo vernacular. Las obras del teatro imposible de Lorca quedaron en su mayor parte soslayadas y arrinconadas hasta finales del siglo XX, cuando precisamente la reivindicación de Lorca como autor teatral pionero en Europa (una reivindicación todavía vigente) reclamaba para el público, por fin, una aventura escénica sin muchos precedentes. Por su parte, La casa de Bernarda Alba no tuvo, al principio, una suerte mucho mayor: su estreno no pudo darse sino en el exilio, en Buenos Aires, en un tardío 1945, diez años después de la muerte del autor, gracias al empeño proverbial de Margarita Xirgu. No obstante, ya durante la Transición el título se convirtió en un argumento recurrente que no tardó en contar con varias producciones en España, merced a la evidencia de que el implacable diagnóstico social que había firmado Lorca seguía siendo válido cuarenta años después. La adaptación cinematográfica dirigida en 1987 por Mario Camus acrecentó la calidad legendaria de la obra, pero faltaba una versión en clave lírica. Hasta que llegó Miquel Ortega con su ópera La casa de Bernarda Alba, que, si el coronavirus lo permite, podrá verse el 25 y 26 de abril (de momento, la cita se mantiene) en el Teatro Cervantes de Málaga, en lo que significará un proverbial salto de la Temporada Lírica (en su 31 edición) al repertorio contemporáneo, una medida cada vez más reclamada entre el público.

Una de las escenas culminantes de la ópera. Una de las escenas culminantes de la ópera.

Una de las escenas culminantes de la ópera. / Javier del Real / Teatro de la Zarzuela

Miquel Ortega (Barcelona, 1963) decidió componer una adaptación lírica de La casa de Bernarda Alba ya en 1991. Aquel mismo año encargó a su libretista, Julio Ramos, un texto que se ajustara a semejante reto. Sin embargo, la composición, como apunta el mismo Ortega, no resultó sencilla: “Tardé muchos años en finalizar la música, que acabé en 1999; y más aún la orquestación, que se demoró hasta 2006, debido a que en un principio quería hacer una versión para orquesta de cámara y, posteriormente, al ofrecerme Román Calleja y Sorin Melinte la posibilidad del estreno en el Teatro de la Ópera de Brasov (Rumanía), me decanté por la orquesta sinfónica”. Aquella primera versión se estrenó en 2007 y contó varias representaciones en España en 2009. Pero la idea de hacer La casa de Bernarda Alba con una orquesta de cámara, según su idea original, seguía rondando a Ortega, quien algunos años después recibió la propuesta del Teatro de la Zarzuela para un nuevo estreno justo en estos términos, “con la misma música, sólo con un distinto aparato orquestal”, explica Ortega, quien aprovechó la coyuntura para introducir una innovación significativa: el papel de Poncia pasaría a ser interpretado por un barítono. Finalmente, esta nueva producción se estrenó en el mismo Teatro de la Zarzuela el 10 de noviembre de 2018 y es justo la misma que podrá verse en el Cervantes en abril, con el propio Miquel Ortega en la dirección musical, la dirección escénica de Francisco Javier Hernández y la participación de la Orquesta de Cámara de la Sinfónica de Málaga y el Coro de Ópera de Málaga, dirigido por su titular, Salvador Vázquez.

El reparto cuenta con la soprano malagueña Berna Perles en el papel de Angustias

El reparto de solistas incluye a algunas de las voces más destacadas del panorama lírico español actual, con la mezzosoprano Nancy Fabiola Herrera (quien protagonizó la última propuesta de la Temporada Lírica del Cervantes, La favorita de Donizetti junto a Carlos Álvarez, aunque tuvo que ser sustituida en la tercera y última función programada por problemas de salud) en el papel de Bernarda, el barítono Luis Cansino como Poncia, Carmen Romeu, Carol García, Ana Häsler, Belén Elvira, Milagros Martín, Helena Dueñas y la soprano malagueña Berna Perles, que interpreta el papel de Angustias y que dejó muy buenas sensaciones en el estreno en Madrid. La tragedia volverá a abundar, en fin, en primavera.

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