Tribuna | Premios Goya en Málaga

Los Goya de la avaricia

  • Tribuna del productor de cine y miembro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España sobre la gala de los Premios Goya celebrada en Málaga

Los presentadores de la gala, Sílvia Abril y Andreu Buenafuente, en la entrega de premios celebrada en el Palacio de los Deportes Martín Carpena.

Los presentadores de la gala, Sílvia Abril y Andreu Buenafuente, en la entrega de premios celebrada en el Palacio de los Deportes Martín Carpena. / Javier Albiñana (Málaga)

Se cumplió lo que algunos veníamos anunciando y escribiendo desde que Málaga se convirtió en la sede para la entrega de la trigésimo cuarta edición de los Premios Goya. Y me encantaría haberme equivocado, pero éramos muchos los que habíamos anunciado, al elegir algo que afectaba a la infraestructura y el decoro del propio evento, el error, el inmenso error de empeñarse en hacer la fiesta en un lugar enemigo radical del propio acontecimiento: un pabellón deportivo, que mantenía al entrar su original techo metálico, sin haber tenido ni tan siquiera la delicadeza, previsión y obviedad técnica de haber colgado de los propios techos, paneles de madera acústica a diferentes alturas que hubieran, al menos, bajado virtualmente el techo metálico y amortiguado con la madera el sonido espantoso y deficiente que nada más entrar, cualquier persona que trabaje en cine, pensamos que sufriríamos. No hubiera sido vivir la calidez sonora de un auditorium, pero al menos hubiera reunido unas mínimas condiciones acústicas para pasar casi cuatro horas de ceremonia.

Me resulta inconcebible que los organizadores se gasten más de 700.000 euros en achicar y decorar un espacio de doce mil personas para dejarlo en 3.200, y no se hayan gastado 30.000 euros en estos paneles transformadores del sonido, práctica habitual de los grupos musicales importantes cuando hacen conciertos en estos espacios enemigos del sonido, y única forma de que el espectador disfrute de la música en lugares de inmensa bóveda y techo metálico. Imperdonable.

Todo ello lo interpreto como esa inmensa avaricia descontrolada por parte de nuestras autoridades. Málaga es quizás una ciudad creativa y avariciosa a partes iguales. Ha demostrado, con el empeño de hacer la fiesta a cualquier precio, que han sido unos Goya catetos.

Málaga protesta siempre y despotrica contra Sevilla. Sevilla hace. Y así lo demostró con su Palacio Fibes. Hace doce años el Fibes era un lugar con capacidad para poco más de 1.200 personas. La municipalidad decidió ampliarlo por su cuenta y convertir el antiguo edificio en uno prácticamente nuevo con capacidad para 3.500 personas y así captar los congresos de más de tres mil personas. En este momento, el Auditorium Fibes y otro de Barcelona son los dos espacios de mayor capacidad de España.

¿No debería ser al revés? Y así tener el mayor espacio de congresos en la capital de la Costa del Sol. Repito: Málaga protesta, Sevilla hace. Eso nos diferencia. Basta ya de jugar a ver quién la tiene más larga.

Ha ocurrido algo insólito: la Comisión Ejecutiva de la Junta Directiva de la Academia de Cine, en la primera vez que lo hace en 34 años, nos ha enviado una carta a todos los Académicos pidiendo disculpas por un amplio catálogo de errores en la gala de los Goya. Mientras, en nuestra ciudad, en Málaga, su concejal de Cultura, la señora Noelia Losada, hacía unas declaraciones diciendo: “La gala de los Goya ha sido la mejor realizada hasta el momento”. Y yo me pregunto: ¿La concejal Losada vive en la misma ciudad que yo? ¿Ha asistido ella alguna vez a otra ceremonia de los premios? Quizás en Sevilla, a la edición del año pasado.

Los Goya nunca debieron celebrarse en una ciudad que carece de infraestructuras

Contaré una anécdota singular. Muy cerca de mi localidad encontré a una compañera académica afinando unos prismáticos y le dije: “Qué previsora, tenía yo que haberme traído mis prismáticos de la ópera”; y me respondió: “No, para aquí los de ópera no llegan, mejor estos, de observación y seguimiento de animales en la naturaleza“.

Así que ya saben nuestras autoridades, la próxima vez que repitan en el Martín Carpena, porque estas cosas en Málaga se repetirán, tengan el detalle de añadir en los asientos unos prismáticos, pero de largo alcance, de los de Félix Rodríguez de la Fuente.

La gala de los Goya nunca debería haberse celebrado en Málaga, la avaricia de nuestros gobernantes no lo justifica. Si una ciudad no tiene infraestructuras adecuadas, tiene que parar, pues así nos convierte en los Goya más catetos hasta el momento.

Como alguien decía entre gigantescas bandejas de comida que literalmente volaban en lo que parecía más un metro en hora punta que una fiesta para celebrar nuestra cinematografía: “Málaga hace buenos los Goya de Barcelona”. Razón por la cual la segunda salida de Madrid de la fiesta de los Goya tardó nada más y nada menos que 19 años.

Hay responsabilidades de personas concretas a las que pedirles explicaciones; la primera, a nuestras autoridades avariciosas: estas las doy por perdidas, y si las hubiera, serían excusas habituales o declaraciones fuera de la realidad (véanse las de la concejala Losada).

La segunda, al productor ejecutivo de la gala, nombrado por la Academia, máxima autoridad para llevar a buen fin o no la ceremonia. Esto debe tener consecuencias y asumir responsabilidades por el trabajo mal hecho. La máxima autoridad de la ciudad es su alcalde, la de la Academia su presidente.

Marisol

El asunto Pepa Flores merece una reflexión aparte. Yo siempre creí que saldría en el último momento, sería aclamada con su Goya de Honor en el escenario y volvería a desaparecer ya hasta el Infinito. Pero no fue así. ¡Qué final más espléndido hubiera sido!

Mi sentimiento es de cabreo y malestar, sobre todo porque para recibir el galardón, ella tuvo necesariamente en algún momento que aceptarlo y no me parece de recibo que envíe de mensajeras a sus hijas.

La generación de cineastas, productores y gente de la cinematografía española que la explotaron y maltrataron en su día ya no existe afortunadamente. Somos gente nueva y generaciones nuevas del cine que solo queríamos agradecerle lo que ella aportó al cine español en ese periodo tan nefasto del franquismo más siniestro. Nosotros no somos responsables de lo que le ocurrió, lo repudiamos. Y solo queríamos darle las gracias en forma de Goya de Honor. Qué magnífico hubiera sido para todos. No fue posible.

Aprovecho estas letras, Marisol, de cualquier forma, para darte las gracias por todo. Coincidí contigo y tu hermana muchos días en el pasado en la playa del Club Mediterráneo donde de niño me llevaba mi madre a tomar el sol.

Para terminar, eso de que los Goya 2020 serán un evento neutro en carbono me produce una carcajada profunda; pero como no entiendo del tema, lo dejo en manos de los expertos para que nos lo expliquen. Aunque me quedo con unas ganas enormes de haber viajado con mis compañeros académicos en aviones eléctricos, y haber ido desnudos todos y todas a la gala andando por una gigantesca alfombra roja desde el centro de Málaga hasta el palacio de los deportes Martín Carpena. También habría sido posible hacer este viaje en metro. ¡Qué pena¡ Habrían sido los primeros Goya Nudistas. Eso sí que hubiese supuesto un impacto fuerte para la marca Málaga.

¡Que viva todo! ¡Los Goya, Málaga, la alfombra roja y la cinematografía española!

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