Fénix. Osamu Tekuza. Planeta DeAgostini. 396 páginas. 25 euros.

Hay quien prefiere Astroboy, El árbol que da sombra o Buda, pero puestos a señalar la mejor obra de Osamu Tezuka, yo me quedo con Fénix. Esta monumental novela-río comenzada en 1954 y continuada sin descanso a lo largo de las décadas se lee como un largo poema épico sobre el deseo de inmortalidad que caracteriza al ser humano desde los albores de la historia y que lo acompañará hasta el fin de los tiempos. Esa es al menos la premisa de esta obra maestra del noveno arte, original y hermosa como pocas, desarrollada en los más diversos escenarios históricos, pero siempre con máscaras y motivos recurrentes. El cuarto volumen nos transporta a la era Yamato para explorar, desde la óptica budista, conceptos como karma y destino.