Cultura

Los 25 años de la muerte de María Zambrano, un reto para su Fundación

  • La institución promoverá congresos y publicaciones a lo largo de 2016 a modo de conmemoración

La Fundación María Zambrano impulsará el próximo año la figura y la obra de la pensadora nacida en Vélez-Málaga, mediante la recuperación de congresos internacionales y actos en torno a su persona, con motivo de la conmemoración del 25 aniversario de su fallecimiento. La Fundación celebró ayer en el palacio de Beniel de Vélez-Málaga, donde tiene su sede, la primera reunión de sus patronos tras las pasadas elecciones municipales, en la que se han definido los objetivos del presente mandato.

El alcalde y presidente de la Fundación, Antonio Moreno Ferrer, subrayó ayer en el marco de este encuentro que Zambrano "es una de las grandes personalidades de la cultura universal y su obra tiene una reconocida proyección internacional. "Nuestro objetivo es contribuir al fomento del conocimiento de sus creaciones y que la Fundación que lleva su mismo nombre recupere las actividades que se han perdido en años anteriores", aclaró.

Dentro de los objetivos marcados figura la celebración de congresos que versen sobre la bibliografía de la escritora y su trayectoria vital, así como la recuperación de la revista cultural Antígona, que editaba la Fundación. Además, se llevarán actividades a los centros educativos del municipio, con concursos de redacción y de dibujo, se potenciarán las lecturas de las obras de Zambrano en la celebración del Día del Libro, y se reforzarán las relaciones con la Universidad de Málaga y la cátedra que lleva el nombre de la pensadora veleña. "El próximo año 2016 es clave, ya que hará 25 años que nos dejó María Zambrano, y es por ello que vamos a trabajar para que Vélez-Málaga se convierta en uno de los referentes culturales gracias al legado literario que nos dejó", afirmó Moreno Ferrer.

Zambrano (22 de abril de 1904-6 de febrero de 1991) fue una pensadora, ensayista y filósofa con una extensa obra filosófica y poética que le valió el Premio Príncipe de Asturias en el año 1981 y el Premio Cervantes en el año 1988.

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