Una escalera en el exterior está atestada de sus seguidores. Decenas de chicos y chicas, algunos sentados sobre los escalones, otros de pie, no es difícil imaginar que impacientes, aguardan turno. Muchos de ellos esperan agarrados de la mano. Dentro, en el escenario improvisado para la actuación, Andrés Suárez apura una cerveza y se ríe cuando un periodista que se presentó allí apenas media hora antes del recital sin haber solicitado previamente entrevista le pide que termine la grabación de su charla mandándole un abrazo a su chica y, ya que está, le firme unas entradas. "¡Cómo no! Por favor...", responde. Pregunta cómo se llama ella y le recomienda ponerle una canción del cubano Pablo Milanés, benefactor de este gallego de 32 años que da el salto a las radiofórmulas, del mismo nombre de la receptora de su mensaje y quien no pudo asistir a la Fnac de Málaga Plaza donde hace unos días se celebró la presentación de su última obra, Mi pequeña historia. Sandra, que está de exámenes, ya ha escuchado la canción.

Porque al amor y todos sus afluentes canta Andrés Suárez, quien llenó la Fnac con sus nuevos temas, también los conocidos. "Walt Disney me ha hecho mucho daño, tío", afirma, no sin cierta retranca ferrolana. No por ello se resistiría a ser cautivado por sus musas. "Creo firmemente en el amor y me enamoro con toda mi alma. Fue el mejor escritor de todos los tiempos, Joaquín Sabina, quien dijo que viviendo de esa manera el amor, el dolor y la nocturnidad sin alevosía es normal salir lleno de cicatrices. Yo acepto el trato, lo firmo. Estoy lleno de cicatrices pero me encanta", admite Andrés. "Por amor dejé a mi hermano con mi hermana...", canta en Tengo 26, una de sus canciones más famosas. "A pesar de las hostias que me he llevado tengo unas ganas de volver a caer... Debe ser que soy cantautor", se ríe.

Once fragmentos de su vida componen Mi pequeña historia, su sexto disco y el primero al abrigo del gigante Sony. Producido por Alfonso Pérez con la colaboración de Peter Walls (Peter Gabriel, Miguel Bosé), suena más roquero que su disco precedente, Moraima. Remotas parecen sus primeras intentonas musicales en los pasillos del metro madrileño. "Me están dando una caña con esto, tío... Algún sector del público que me conoció por Moraima, que hice con EMI, me critica por firmar con Sony. ¡Yo sigo siendo el mismo y hago lo mismo! No me han domesticado, es lo que decía. Yo creo en mi obra. Me dicen que si suena la guitarra más fuerte... Es que la puse yo más fuerte, no la discográfica. No tengo una limusina ni ocho millones de dólares en un maletín, si alguno lo piensa", apunta Andrés Suárez. Se define "artesano" en lugar de artista "porque no hay trampa ni cartón". "Yo canto a lo cotidiano. Canto a un desamor, un amor o a un polvo en una habitación de hotel. Eso nos ha pasado a todos y eso es lo que se va a encontrar", anuncia.

Cuenta Andrés Suárez que el mar de Málaga le hace "volver a mi tierra, a Pantín, a pesar de que está al otro lado del mapa". Recuerda al añorado Javier Moreno Castillo, de La Botica, que lo trajo hace ya 10 años. "El humor, la forma de cantar, hablar y ser aquí me flipan", dice. El 1 de agosto los que no pudieron disfrutar de su firma de discos y su pequeño show podrán verle en Benalmádena, parada malagueña del nuevo álbum. Sandra, mirada a escondidas como suena en Te doy media noche, el primer single, ya cuenta los días para ir. Y el periodista también.