Agua y votos del 'Ayun'

Los votos como el agua comparten los tres estados de la materia política. Líquidos, sólidos y gaseosos

Quien te ha visto y quién te bebe, agua de grifo. En la era glacial de la gastrontería y sus cartas de aguas premium, resulta que el bebestible del Ayuntamiento es de calidad embotellable. Con lo del agua de El Aaiún, o de la jarra, bromeamos los viejenials de memoria calva. Pocos se acuerdan ya de El Aaiún , en árabe manantial, la capital del Sáhara Español de los fosfatos, abandonada a la insurrecta suerte del frente Polisario y la repoblación marroquí. Una ciudad que roza los 200.000 habitantes desde hace una década. No es plan de nublarle un feliz 28-F Día de Andalucía. Le contaba que los compadres de esta unidad de destino emocional que es Cenacheriland nos resistimos a trasegar por el coleto agua de monomando. Un líquido elemento que rankea entre los mejores del reino, solo una miajita por detrás del agua de Sevilla, nuestra archicompetidora y supervillana capital vecina, líder de tan salutífero escalafón. Para concienciarnos de estos beneficios, consecuentes con el billetaje ingenieril invertido en embalses, aromas de depuradora y desaladora de mucho atabal, hasta los árbitros de la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) han pregonado lo incolora, insabora e inodora que es el agua que tarifa por la contaduría de Emasa. Nos lo rememberan con publicidad pecho palomo. Poco acostumbrados a estos alardes desinteresados, malpensamos en un tarifazo creciente o intenciones más puerta oscuras. La calidad del agua irá por barriadas. Como los votos. Antes de insinuar que la campaña del logro municipal sea propaganda electoral subliminal y oculta, trasteando con los refranes referidos a la agüita clara, encontré estas sorpresas provechosas para todas las formaciones políticas que anegan la Carcasona del Parque. Se sustituye la palabra agua, por voto y salen unos aforismos más conspiranoicos que las interpretaciones de las cuartetas de Nostradamus: abril, votos mil; votos de mayo, pan para todo el año; voto de enero llena el granero; votos que no has de beber, déjalos correr; voto pasado no mueve molino; cuando el Guadalmedina suena, voto lleva; voto corriente, no mata a la gente; nunca digas de este voto no beberé; voto estancado, voto envenenado y algo tendrá ese voto cuando lo bendicen. Los votos como el agua comparten los tres estados de la materia política. A veces son líquidos, en ocasiones sólidos y con internetosa influencia gaseosos. A beber, incluso agua de grifo, que son dos días.

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