Lo que Casado se quiere llevar

Ayuso gana como actriz protagonista. García Egea, entre el secundario y revelación, con la política como gran espectáculo

El mayor espectáculo del mundo fue el título de una película del gran Cecil B. DeMille en la que un empresario circense se empeña en contratar a un trapecista para emparejarla con otra trapecista que ya era la preferida por el público. Se llevó el Oscar al mejor film en 1952. Con severas críticas ante la decisión de la Academia porque aquel año competían El hombre tranquilo y Solo ante el peligro. Quizá por el eco de aquella cinta las atracciones en el circo siempre se han considerado el culmen para el espectador. Pero 70 años después de aquel éxito, con el permiso de cineastas y una vez prohibidas la exhibición de fieras en directo, la política carece de competidor como espectáculo de masas.

El cine o el teatro no pueden monopolizar los galardones a las mejores interpretaciones. Para mí no hay duda de que Isabel Díaz Ayuso obtendría el premio a la mejor actriz principal. También al vestuario. Esa sutil combinación de blanco y negro, la extrema pureza externa y la incontenible desazón interna. Una puesta en escena arrebatadora. Y una intervención trabada de mohínes, casi amagos de pucheros, a punto de llegar a la congoja... Pero salvada finalmente la lágrima ante la angustia del espectador. En el momento de extrema debilidad debía imponerse la fortaleza de una líder. Brillante. Solo la puedo comparar con Vivien Leigt en este Lo que Casado se llevó. Sí hay que reprochar a los productores la baja calidad del guion improvisado. Que meses después de la trama, la presidenta de Madrid explicara, de inicio, que su hermano la tranquilizó tras contarle que no debía preocuparse por lo que cobró de la empresa a la que la Comunidad había adjudicado a dedo un contrato de 1,5 millones para comprar mascarillas, en el peor momento de la pandemia, denota un texto muy descuidado.

Y en la otra pista, entre malabares y equilibristas, el secundario Teodoro García Egea. Dudo entre secundario y artista revelación. Un papel imposible de representar. Convencer a la audiencia de que apuestan por la honestidad y el buen nombre aunque el precio sea terminar con la carrera de la trapecista más aclamada por el público. Hasta esta semana, una imputación no era nada sin la condena final. Ahora se dicta una ejecución preventiva. Abascal gana el de protagonista masculino sin salir en pantalla en un solo plano.

He visto esphaguettis western mejor armados. Es cierto que el argumento da para un largometraje. Nunca una serie. Sin sexo, solo "relaciones comerciales". Si acaso con alguna secuela dentro de algunos años. Pero deben decidir si de verdad se inclinan por la tragedia o aceptan sin complejos que esto es una comedia. Y nada de espías, que les ha salido Pepe gotera y Otilio, las chapuzas del PP en su domicilio.

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