Desde el fénix

José Ramón Del Río

Cumpleaños real

EL pasado año no fue precisamente bueno para la institución monárquica en nuestro país. La quema de retratos del Rey, la portada soez del, hasta entonces, desconocido periódico satírico catalán y las proclamas, más que republicanas, antimonárquicas de partidos como ERC e IU, que quieren compensar los pocos votos que reciben del electorado con el ruido de sus declaraciones, hicieron de 2007, si no un año "horrible", como la Reina de Inglaterra llamó al que tuvo que soportar, por lo menos, un mal año.

Pero ahora, a principios de 2008, el 70 cumpleaños del Monarca, ha traído consigo reconocimientos y adhesiones que, sin duda, le compensarán de lo pasado. Porque aquellos disgustos aunque, sin conexión, se interpretaban como que la institución monárquica se había puesto en cuestión. Que la veda se había abierto y que aquélla era la presa a abatir. Sin embargo, ahora con la celebración del cumpleaños, casi todos los medios de comunicación elogian la Monarquía que tenemos, diciéndose que con ella se ha conseguido el mayor desarrollo económico; que el Rey es valorado por los españoles con un notable alto y, sobre todo, que la inmensa mayoría cree que la monarquía está consolidada. Son éstas muy buenas noticias que ponen las cosas en su sitio y que demuestran que los ataques del año pasado son sucesos aislados, obra de una minoría.

Los que nacimos en la mitad del siglo pasado, nos criamos con la misma intolerancia sobre la monarquía que la de ahora con el régimen franquista. Al heredero de Alfonso XIII, Don Juan de Borbón, se le acusaba, al menos, de masón, y pese a que ya en 1947 se había proclamado una Ley estableciendo como forma del Estado la Monarquía, todos sabíamos que nunca sería Rey, por voluntad de Franco. Ya en los años sesenta, los miembros de su consejo privado José Mª. Pemán y Rafael Calvo Serer nos contaban que en Estoril el único que no estaba convencido de que no reinaría era el propio Don Juan.

Pese a esta fractura de lo que es la primera norma de la sucesión en la monarquía y que se remedió, en parte, por la generosidad de Don Juan al renunciar a favor de su hijo, la institución no se ha resentido y ha funcionado admirablemente bien. Se dirá que es innecesaria y que un Jefe de Estado de la República cumpliría su papel. A mí me parece que hay que ser prácticos y no cambiar lo que funciona. Estos experimentos, no ya con buen vino, ni siquiera con gaseosa. No sé que le parecerá a usted, amable lector; a mí me gustó que el Rey mandara callar a Chávez, porque, aunque a un Rey constitucional se le reserve el papel de esfinge, algunos apreciamos que no pueda escuchar en silencio insultos a nuestro país o a nuestra gente. Por eso, muchos dijimos en voz baja ¡viva el Rey!

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