Defectos colaterales

La sequía que estamos viviendo, una de las más intensas de nuestra historia, está preocupando seriamente a la sociedad

La sequía que vivimos actualmente, una de las más intensas de nuestra historia, está preocupando seriamente a nuestra sociedad. Al principio pudimos pensar que sólo afectaría a los agricultores y a sus cosechas, pero hoy vemos como los cortes de agua se suceden en los diferentes municipios de nuestra provincia, sin visos de mejora en el horizonte. Son ya varios años de debate sobre las estrategias a seguir, pero ha llegado el momento en que el aprovechamiento y reaprovechamiento del agua potable existente es insuficiente, y las decisiones pueden llegar demasiado tarde.

Las pocas lluvias que se produjeron antes del verano mostraron como, debido a la sequedad de la tierra, ni siquiera llegaban a embalses o pantanos. Ver como el volumen de éstos permanecía constante o seguía disminuyendo, ofreció señales inequívocas de lo que se nos venía encima. Es evidente que las grandes lluvias se siguen produciendo, desbordando ramblas e inundando calles, pero, dada su azarosa distribución, es impredecible su posibilidad de almacenamiento. Sin embargo, la mayoría de ellas caen directamente sobre mares y océanos, y es allí donde deben enfocarse los futuros suministros. Tener una fuente inagotable de agua ante nosotros y estar mirando desesperanzado a las posibles tormentas en el interior de los territorios es completamente absurdo. Sobre todo, cuando ya el problema no es la agricultura ni la industria, sino el propio abastecimiento a la población, y esto no permite más pérdidas de tiempo.

Cuando Israel vivió hace años una situación similar, y algún agricultor amenazó con suicidarse en plena reunión ministerial, se entendió que había que resolver el problema definitivamente. Hoy ese país es un ejemplo de generación y aprovechamiento de recursos hídricos como ningún otro en el mundo. Los antiguos desiertos vuelven a tener vegetación y sus ciudades crecen sosteniblemente sin preocupaciones ni limitaciones sobre el abastecimiento del agua. Mientras, en nuestro país, las principales ciudades empiezan a tener un problema importante de suministros, que a priori sufren los municipios pequeños a su alrededor, pero que a posteriori va llegando a los grandes núcleos urbanos. Antes de que la situación sea irreversible, tomemos decisiones estratégicas y recordemos las palabras de la escritora danesa Isak Dinesen “la cura para todo es siempre agua salada: el sudor, las lágrimas o el mar”.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios