La ciudad y los días

Carlos Colón

Envidia

LEO, con envidia, en Le Monde: "El conjunto de la clase política y las más altas autoridades del Estado, con el presidente Nicolas Sarkozy al frente, han venido, este lunes 11 de enero, a rendir un solemne homenaje en los Inválidos a Philippe Séguin. Para honrar esta figura del gaullismo social, que ha ocupado altos cargos en la República, se ha elegido la iglesia de San Luis de los Inválidos, necrópolis de glorias militares. La ceremonia religiosa ha sido celebrada por el cardenal arzobispo de París en la iglesia de los soldados. Estaban presentes numerosas personalidades tanto de la derecha como de la izquierda. Además del presidente Sarkozy han asistido los ex presidentes Jacques Chirac y Valéry Giscard d'Estaing, el primer ministro François Fillon, del que Philippe Séguin fue mentor, ex primeros ministros, como Alain Juppé y Jean-Pierre Raffarin y los presidentes de la Asamblea Nacional y del Senado. Ministros y responsables políticos de todas las tendencias acudieron igualmente a la cita. Tras la ceremonia religiosa, el jefe del Estado pronunció un discurso de homenaje".

Ferviente gaullista adscrito a la tendencia social demócrata que conformó el llamado gaullismo social, Philippe Séguin era un político brillante, imprevisible, honrado e independiente hasta el extremo de apoyar causas propuestas por sus opositores y combatidas por los suyos, del que Sarkozy ha dicho: "Tenía sus defectos, sus debilidades, sus arrebatos, pero nada, absolutamente nada de lo que decía, de lo que emprendía, era mediocre". Hermoso elogio en estos tiempos. Agradecida por su intensa y larga, pese a fallecer sólo con 66 años, vida política, Francia ha honrado a quien se ha elogiado como "servidor del Estado" con los honores reservados a los más grandes, los Inválidos, la iglesia de los soldados; y como era católico, la ceremonia la ha presidido el cardenal arzobispo de París; y como es Francia, a todo el mundo le ha parecido muy bien, ha acudido toda la clase política sin distinciones y tras el cardenal ha hablado el presidente de la República francesa, gloriosamente laica pero no -a estas alturas del siglo XXI- estúpidamente anticlerical o antirreligiosa.

¿Comprenden mi envidia o hace falta que se lo explique? Por si no les queda claro, y por seguir con uno de los periódicos más influyentes de la izquierda europea, con anterioridad Le Monde había publicado este brevísimo y en mi opinión certero apunte de la España de hoy: "Un país políticamente cortado en dos entre derecha e izquierda y después troceado menudamente en diecisiete porciones desiguales". Lo suscribo.

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