Fiestas invasoras

Halloween penetró con la rapidez de la droga. Los más tradicionales abominan de esta celebración pagana

Aquí no desperdiciamos ningún desparrame. El Jalogüin que mentaba el ilustre Tacho Rufino con sus Gafas de Cerca es la especie de fiesta invasora más letal. Nivel mercadillo. Nos apuntamos a cualquier descorche. Tengo la sensación de que la penetración de Halloween vino con la película de Steven Spielberg E.T., estrenada un seis de diciembre de aquel prodigioso 1982 de transición. Hoy octubre se finiquita con la colonización de burgers y grandes superficies llenas de telas de araña para vender el alma de la VISA. El primer centro comercial de la era moderna fue el Baricentro de Barcelona allá por 1980. El Centro Comercial La Vaguada en Madrid puso pegatinas a todos los coches a la salida del parking en 1983. Hemos mutado en ese estilo de vida consumista de paraíso de suburbio y escapadita franquicia u outlet sumando y siguiendo. Hay la friolera de 563 centros comerciales en España con cerca de 720.000 empleados.

Halloween penetró con la rapidez de la droga. Los xennials (nacidos entre 1977 y 1983) fueron pioneros en dar la brasa por el vecindario con la cantinela de susto o trato. Los más tradicionales abominan de esta celebración pagana. Encima coincide con el inicio de la campaña electoral ¡Qué dilema! ¿Darán mítines el día de todos los santos y continuarán con su murga la jornada de todos los difuntos?¿Imagina una pegada de carteles entre zombis la noche del 31 de octubre?¿ Se les convertirá el coche oficial en carruaje calabacín?¿Les dará calabazas el electorado habitual? Las caracterizaciones que triunfan en Halloween 2019 son las de la Monja, el Joker bipolar, Pennywise, el payaso llena cines de Stephen King y "a Franco muerto gran disfraz". Tiene paño de brujería que esta campaña electoral se inicie con el personal walking dead hasta las narices de pasar cada dos por tres por las urnas. Urnas que ya parecen funerarias. En estos días de asueto la rutina doméstica, por neotiesura crónica, a falta de casa rural, me pide cambio de armario. Cambiar de chaqueta, pasar del lino volandero a la pana y al jersey. Pero con el calentamiento global no hay manera. A los que les encantaría que mutase mi intención de voto (y la suya también) sería a las luminarias de los partidos que se reparten el pastel del CIS. Menudo aquelarre y caza de brujas nos espera a partir de Jalogüin.

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