Inocular el miedo

Más preocupante será conocer cómo reacciona la población infantil tras este 'shock' cuando regresen a los colegios

Deseo fervientemente que los dirigentes no hayan paralizado el mundo porque no había suficientes mascarillas de 90 céntimos para repartir a tiempo entre la población. El balance final del negocio sí que causaría pavor. Después de dos meses inoculando el miedo para que permaneciéramos escondidos en las casas, mientras supuestamente el virus se hacía dueño de las calles, ahora hay que animar a la gente a que salga, a que acuda a las terrazas y restaurantes y consuma.

Incitar a que los pasajeros a suban a los autobuses y trenes. Responsables de estas empresas esperan un estudio de Estados Unidos que, en teoría, afirma que los contagios originados en los transportes públicos apenas supusieron algo más de un 2% del total. Y que los vectores más importantes de transmisión del patógeno fueron los lugares de trabajos o locales de ocio, como los bares. Que no sé si será peor que se difunda esta investigación. Pero supuestamente ya estamos salvados. Podemos protegernos con una "etiqueta de seguridad", que es como eufemísticamente se ha bautizado a las varadas piezas que sirven para cubrir la boca y la nariz para controlar las famosas gotitas en las que viaja la pandemia.

Creo que sólo el temor a morir consiguió encerrar en sus viviendas a millones de ciudadanos. El resultado de martillear a todas horas con los cientos de muertos en un suma y sigue sin fin, para advertir de que estaba al alcance el premio gordo en esta lotería infernal. Por eso, revertir ese escenario tampoco resulta psicológicamente tan sencillo. Aunque las fases hayan descorchado el tapón de esa ansiedad acumulada.

Se supone que los adultos contamos con más instrumentos para convivir con los miedos. Más preocupante resulta este shock para la población infantil. Por el momento, se ha decidido ganar tiempo para diseñar su futura realidad vital: las aulas, a las que no regresarán al menos hasta septiembre. El mensaje de que los niños, e incluso los jóvenes, no podrán acercarse a sus amigos, ni compartir pupitre ni juegos que supongan contactos, sólo podría desarrollarse en la teoría. Lo único bueno es que tampoco podrán pelearse físicamente. Las disputas habría que dejarlas a la dialéctica y sustanciar ofensas con la amenaza de invadir el espacio de seguridad del contrincante.

De sus mayores congresistas han recibido estos meses un máster, por televisión y en su horario. Sólo en esta semana los próceres han repasado la historia. Desde el Duque de Ahumada a la aristocracia pasando por los movimientos terroristas en los estertores de Franco y las distintas variantes de golpes de Estado. Excelente preparación para las próximas pruebas de Selectividad. Sus señorías son a las únicas a las que no se puede inocular el miedo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios