Trece son los goles que Chipre ha encajado en sus dos visitas a Granada, conque las perspectivas no pueden ser más halagüeñas para el equipo nacional. A esto se une la magnífica sensación que ofreció el pasado viernes en Tbilisi con un espectacular siete al buen portero valencianista Giorgi Mamardashvili. Con esto quiere decirse que aunque el fútbol es sólo presente, las expectativas de no despegarse demasiado de Escocia están latentes.

Y en el corazón de todas estas elucubraciones de vísperas, ese nuevo señuelo que atiende por Lamine Yamal, un portento precoz llamado a escribir memorables páginas futbolísticas. Proclamado jugador más joven en vestir la camiseta absoluta, también logró en Tbilisi otra marca, la de goleador más precoz y dicho lo cual crucemos los dedos con el deseo de que este caso no sea uno más de cuantos se han producido cuando el niño prodigio se ha ido haciendo mayor.

La experiencia sufrida con Ansu Fati es motivo para cruzar los dedos, pero es que también sin mediar lesiones como las sufridas por éste nos acordamos de los rápidos ascenso y ocaso de Bojan Krkic. Tras batir un puñado de marcas de precocidad, la presión pudo con él y surgieron unos episodios de ansiedad que entorpecieron su carrera. No tiene por qué repetirse la película, pero debería tenerse en cuenta todo esto para no llevar al despeñadero a chavales tan niños.

Lo cierto es que este morito Lamine Yamal es la gran atracción del desigual choque de esta noche en Los Cármenes. Su golazo del otro día y aquel partido de Villarreal en que condenó a Setién son avales más que suficientes para que esta noche acuda mucho público al estadio. Ya digo que Chipre jugó dos veces en las faldas de la Alhambra y se llevó trece goles para casa. Aunque agua pasada apenas mueve algo, esa desigualdad la ameniza un nuevo genio que ojalá dure.