Estábamos ante un encuentro ciertamente desigual y así discurrió este nuevo enfrentamiento con Chipre. Ahora tenemos por delante la cita en la Cartuja con Escocia el día del Pilar. Escocia es por ahora el único obstáculo que se nos pone por delante, aunque no debemos olvidar que hemos de ir al cubil de Haaland tres días después. Pero vayamos al presente y ese sólo pasa por la enésima goleada a los voluntariosos chipriotas.

Cuando se llega al intermedio, la sensación es que Chipre podía llevar una talega llena de goles, pero sólo perdía por dos. Gracias al deslumbrante Nico Williams, la superioridad manifiesta se tornaba en un suplicio para los chipriotas, que apenas llegaban al ecuador de la cancha. Con el imperial Rodri participando en todo y ese doméstico de lujo que es Gavi, iba a ser su colega de posición Merino el que redondease la pareja de goles que había iniciado el indómito palaciego.

Era una delicia ver cómo se manejaba el equipo nacional en su segunda comparecencia después de Rubiales. Afortunadamente el derribo del presidente no había hecho metástasis como para incidir en el rendimiento del equipo y aunque el enemigo tampoco es para creer en una prueba del nueve rigurosa, la verdad es que resulta delicioso ver un equipo con dos extremos como el asombroso Lamine y ese velocista llamado Nico Williams, dos regalos de la globalización.

Lesionado Williams y sustituido Lamine, parecía que el plus de atracción quedaba disminuido, pero la segunda parte fue una disertación en la que privó la verticalidad. Y llegaron cuatro goles más con doblete de Ferrán, testarazo de Joselu y llegar y besar el santo de Baena. Seis a cero, lo habitual con Chipre y ahora a esperar lo que ocurra en la Cartuja ante los escoceses dentro de un mes. Por lo pronto, los deberes se están haciendo adecuadamente y hasta para dar pie a la ilusión.