La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Mensaje real

El sanchismo calla y abriga, no al rey que la Constitución protege, sino al revolucionario que intenta sembrar con la discordia real

Han logrado hacer importante la distancia entre la campaña antimonárquica de Podemos y la opinión de los españoles. Es lo que tiene dejar la defensa de la república en manos de rufianes, echemingas y oteguitas. Desde 2018 hasta hoy, la aceptación monárquica en España ha crecido del 57% al 74%. Hay que agradecérselo al empático proceder de don Felipe VI, principalmente. Pero no es desestimable la ayuda que para ese subidón han prestado Pablo Iglesias y sus mariachis de la ejecutiva, los medios digitales y portales de su harén, así como a tanto boot tuitero sin descanso ni medida de la verdad. Son una máquina de crear monárquicos convencidos.

Podemos trata al rey constitucional con el maleducado desdén que satisfaga a sus votantes, aunque formen parte del Gobierno de España. Se nota su mala intención, el afán de ruptura más que el de aceptación constitucional y respeto institucional. Coinciden en el rechazo a tal estilo los ciudadanos, que no ven motivo ni explicación para ese constante rechazo al respeto debido. Aún así el populismo pablista sigue cavando la zanja para ampliar su necesaria trinchera.

Al rey le habían intentado escribir su tradicional discurso de Nochebuena, con exigencia de contrición real y perdón público manifiesto, los mismos que pactan con quienes aún no han pedido disculpas por los asesinatos de ETA, o con quienes cumplen condena por sedición y prevaricación. En esta política española, el perdón vuela solo para exigencias ajenas, pero qué difícil es encontrarle pasaje para el vuelo propio. Hallaron oportuna y cabal respuesta en la declaración navideña televisada de don Felipe, pero más dura fue la bofetada de los españoles a Podemos, expresada en un dato de audiencia. Con una cuota de pantalla del 71%, casi 11.000.000 de compatriotas siguieron el discurso del rey. Por comparar, qué más quisiera "Aló Sánchez" que haberse acercado a tal nivel en su último discurso televisado desde la Moncloa. Entonces raspó un 5% de audiencia, con escasamente 700.000 abnegados seguidores.

Pablo acomete las invectivas contra el monarca mientras el PSOE del sanchismo calla, aupa y abriga, no al rey que la Constitución protege, sino al revolucionario de despacho y coche oficial que intenta sembrar con la discordia real, elementos de confrontación suficiente para que las urnas sigan garantizándole la influencia que jamás soñó tener. La estabilidad del país no le importa tanto como la suya propia. Y polarizar, su verbo preferido.

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