Ya está tachada la primera de las 52,1429 semanas del 2021. Los ecos de los buenos propósitos martillean como anuncios de rebajas. He consultado a san Google. Me sugiere nuevos objetivos antes de reciclar los papeles y cartones de regalo en el contenedor azul. Las metas que me propone el buscador varían de apuntarme a nuevos cursos a remendar habilidades buscavidas. También me recomienda sacar minutos al tiempo y organizarme mejor, gestionar las horas muertas y hacer cada palpitación, cada sístole y diástole más productivo. Me propone tomarme unas vacaciones a cubierto y mantel como si las pagara él. Lo de leer más. En la misma lista de cosas por hacer figura tomar conciencia solidaria, participar en algún voluntariado. Convalida rascarme la nómina con más donaciones ahora que hay tanta fatiga económica alrededor, pero tiene solución: las ONG me tienen fichado. En el menú que me propone el algoritmo falta perder peso tras los tres kilitos que me he llevado al siguiente agujero del cinturón. Tampoco insinúa abandonar los vicios de estanco y cervecería. Lo de comer sano tampoco lo menta, tal vez porque me haya dejado por imposible. En lo de pasar más tiempo con la familia en estos tiempos de teletrabajo, intuyo que san Google no lo sabe todo acerca de los de mi especie. Este año toca mantener a la familia sana, contenta y unida. Con tanta convivencia en el mismo gotelé parece que en la madriguera se rueda una teleserie interminable entre la comedia y el docudrama doméstico. Hacer ejercicio, ese propósito sí que da en la diana. Las cadenas de ropa y accesorios deportivos están de enhorabuena. Los regalos estrella de estos reyes han sido las equipaciones de pijamas y chándales. Las pesas y artilugios de gimnasio a precio de chino están agotados desde el mes pasado. En las felices navidades pasadas, como otros tantos, he coreado la canción de Álvarez Guedes, esa que parece dedicada al coronabicho con sutilezas del tipo: "Me cago en el año viejo, me cago en el año nuevo, me cago en el arbolito y me cago en ti". Para el año que comienza con temporal de frío canónico y tanta nieve habrá que conformarse con propósitos más caseros como el de no enfermar y menos olvidarse de la mascarilla al salir de la covidchuela, mientras atendemos a que nos vacunen con una esperanza de recambio y moderna en Cenacheriland.

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