El balcón
Ignacio Martínez
Sota de Espadas
En el pecado Sánchez se ha llevado la penitencia. Poco hay que decirle ya más sobre el dislate que cometió yéndose a la cama con Puigdemont, el peor enemigo de todos, catalanes incluidos. Y este espectáculo de la humillación no ha hecho nada más que empezar. Tener que legislar a gusto de un delincuente tiene grandes desventajas como ya se empieza a ver en cuanto una sola ley en un solo punto ha asustado al señorito delincuente y a los suyos. Un prófugo no tiene más preocupación que seguir siéndolo, de ahí que si ahora controla por cinco votos la máquina de hacer leyes todo será sentarse en la guarida de Waterloo a leer y releer las nuevas leyes para buscar dónde hay una sola palabra que pueda perjudicarle.
Los socialistas arrodillados que callan mientras ven este horrible espectáculo no pueden decirlo de ahí que los demás tengamos que hacerlo por ellos. ‘Pobreticos’. Debe ser duro saberse en el poder para comprobar que un personaje demoníaco es el que manda de verdad. Y encima le tienes que dar gusto en todo para evitar sus rabietas y, si se pone aún más tonto, hasta perder la vergüenza.
En el colmo de la humillación los ‘sociatas’ han llegado hasta el extremo de tener que irse a los de enfrente, los peperos, a pedirles que les voten la ley para no perder los fondos europeo. Que vergüenza oye.
A ninguno nos gustaría estar en el pellejo de un gobernante que repta, suplica y arrastra de este modo frente al enemigo. Esto tiene los días contados.
La tesis sensata en este asunto enloquecido era que un político nunca debe tomar el mando a cualquier precio. Si no respeta sus propios límites declarados todos perdemos. No escucharon y ahora tienen que probar de la medicina de los ‘indepes’, ese amargo jarabe que sabe a traición macerada por años de mesianismo e ignorar las leyes, costumbre ya más que catalana, una tierra donde la ley que no gusta directamente ni se cumple sin que haya consecuencia alguna a la espera de que papá Estado central te la cambie.
Seguimos preocupados y atentos este contubernio extraño que nos han impuesto. Esperemos que no nos siga costando fortunas y agravios comparativos con el resto de autonomías que también están que trinan. Las socialistas incluidas ojo. Porque los niños mimados siempre causan problemas a los padres inmaduros que compran la voluntad de sus hijos regalándoles, si la piden, la mismísima luna.
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