Respiro una conversación sin monotema. Apurando birras en horario canónico. El último cerveceo de terraza. Diálogo optimista con Miguel. Ideas muy claras, un chico con futuro, proyectos profesionales ambiciosos, viajes y planes. Seguro que se cumplen. Daba gusto escuchar sus argumentos. La determinación de que esto pasará. A Miguel se lo rifan. Mientras vampirizaba la buena onda, miraba de reojo al pantallón negro del establecimiento vecino, donde el frente de juventudes del barrio juega al dominó cuando no hay partido, cuando las 55 pulgadas de césped televisado andan negras en una jornada sin júrgol.

De Medina Media, que organiza el 4K-HDR Summit, recojo los presagios de los grandes gurús del asunto de la Ultra Alta Definición (UHD). En 2020 las estrellas del Blas Friday serán los televisores, en su inmensa mayoría 4K. Apuntan que el personal alrededor de todo el mundo con tarjeta de crédito está dejándose la hijuela en entretenimiento doméstico. Lo de fardar de teléfono móvil en las reuniones ya pasó. Equipar la covidchuela en estos tiempos de telecurro o teledesesperación ERTE es lo que toca, por eso los televisores 4K van a dar la campanada. Se le va a incrustar una pedrería-pedroche en el ojo esta nochevieja. Dentro de un mes verá los contenedores de cartón asediados por cajas más grandes que las mesas de la cena de nochebuena. Ya le digo la pantalla del bar en casa. Y el mueble bar de paso. Estoy pendiente de las cifras de ventas de licorería en supermercados. Los gentiles seguimos en hábitos como peces en el río mirando la televisión. Lo próximo la ley seca. Después del decretazgo para protegernos de las malas informaciones me lo creo todo, hasta a los voceros del gobierno. No hay desabastecimiento de desinformación, ni de papel higiénico, pero, según a qué horas te acerques al súper escasean las botellas de licor de economía borrachuza. Bar y circo televisado. Todos con pantallón y luto gigantesco subliminal. Tenemos al alcance del control remoto numerosas plataformas de televisión, canales y vídeos de redes sociales para verlos como en la sala de cine del yate Octopus. Mucha barra libre para beber sin sed. Tras un repaso por la adormidera del píxel, me rebelo y me pongo a leer lo último que pillé en la Feria del Libro Malagueño de la Alameda Principal. Una feria de bolsillo llena de talento Lomago, como el de mi joven amigo Miguel.

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