Crónica Personal

La capital de España

Muchos votarán con la nariz tapada para impedir que determinado dirigente ocupe la Puerta del Sol

Nunca como ahora lo que ocurre en Madrid impregna al resto de España. Nunca como ahora lo que se siente y lo que se vive en Madrid, se siente y se vive en toda España porque Madrid es la capital. Lo ha demostrado la visceralidad con la que Pedro Sánchez y Pablo Casado se han expresado en la sesión de control al Gobierno, y lo ha demostrado Pablo Iglesias al abandonar una Vicepresidencia del Gobierno para relanzar su alicaída carrera política. Tuvo la mala suerte de que se topó con el discurso feminista de una antigua compañera, Mónica García, que dejó a Iglesias bajo las patas de los caballos.

Es curioso cómo se plantean las elecciones madrileñas, y es curioso por cómo sigue el resto de España las elecciones del 4 de mayo: las caídas o subida a los cielos de varios dirigentes políticos nacionales dependen en buena parte de los resultados de esa contienda.

Iglesias ha iniciado su aventura con un traspiés. O dos traspiés, porque sólo a él se le ocurre pronunciar el primer discurso electoral desde su despacho de vicepresidente, cuando la Junta Electoral ya sancionó a Pedro Sánchez por hacer exactamente lo mismo en las generales. El otro traspiés fue proponer una fusión con Más Madrid sin que se le pasara por la cabeza que ni de broma lo iban a aceptar como candidato cuando Podemos tiene tres veces menos escaños que el partido que fundó Errejón.

Lo que más identifica a estas elecciones madrileñas es que el voto lo van a decidir más las fobias como las filias. Siempre hay un porcentaje de votantes que se pronuncian en función de parar los pies a alguien votando a su contrincante, pero nunca se ha visto tanto como ahora; y cuando se cambian impresiones con gente no madrileña que sin embargo están atentos al 4 de mayo, se advierte que muchos de ellos, aunque no votan, dicen abiertamente hay que votar a Ayuso para parar a Iglesias, o a Gabilondo para parar a Ayuso. A Iglesias le gustaría que hubiera gente que dijera que había que votar al todavía vicepresidente para que no se mantenga Isabel Ayuso, pero la verdad es que su presencia como candidato, hasta ahora, parece irrelevante. Un varapalo para su superlativa vanidad.

Vamos a asistir a un comportamiento generalizado: votar con la nariz tapada para impedir que determinado dirigente ocupe la Puerta del Sol … o la Moncloa cuando llegue el momento. Porque también es generaliza la convicción de que la persona que en mayo ocupe la Puerta del Sol dará una pìsta importante sobre quién puede ocupar la Moncloa cuando toquen generales.

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