No aprendemos. Si hace unos años comprar y vender pisos y casas se convirtió en el mayor y más rentable de los negocios, ahora repetimos el modelo pero movidos por la presión turística que demanda cada día más viviendas vacacionales. El Centro histórico se ha convertido en territorio comanche y comprar o alquilar una vivienda en esta zona un imposible. Cualquier piso, por pequeño que sea, es susceptible de ser alquilado como una vivienda turística si está en el radio de acción más demandado por los turistas que acuden en masa a visitar la ciudad de moda. No hay calle en el centro que no tenga en alguno de sus edificios colgado el cartel azul que lo identifica como de apartamentos turísticos. Eso si están legalizados como tal porque a nadie se le escapa que en este nuevo boom inmobiliario están los que prefieren saltarse a la torera las normas para hacer negocio sin pasar por caja. A los que vivimos en el centro esta nueva forma de turismo no nos ha dejado indiferentes. Todo es más caro, todo está pensado para los turistas y el ambiente de barrio que estábamos consiguiendo normalizar poco a poco desde hace años con la instalación de parejas jóvenes con hijos se ha venido al traste de un plumazo. Sin ir más lejos, cuando salgo cada día al pasillo de mi propio edificio no sé si voy a tener que dar los buenos días a un alemán, un francés, un coreano o un italiano. No es que no me guste la multiculturalidad, es que mi sensación es que esto se nos está yendo de las manos. Como en todo, los excesos no son buenos y aquí está claro que no tenemos límites. Si algo funciona y alguien descubre un filón, como son ahora las viviendas vacacionales, vamos a muerte sin importar si eso volverá a estallar en algún momento. Que lo hará. Eso sin contar con que dar un paseo por algunas calles del centro es prácticamente misión imposible. Mesas, sillas, sombrillas y carteles para llamar la atención de los ansiados turistas prevalecen sobre el bienestar de los que tratamos a duras penas de vivir en el centro con la mayor normalidad posible. Pero no nos lo están poniendo fácil. De acuerdo que es la zona turística por excelencia de la ciudad, aunque eso no quiere decir que vale todo. Todo requiere un límite y un control y desde luego si queremos que también el centro histórico pierda su encanto y su esencia lo estamos haciendo estupendamente para conseguirlo.

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