La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

El demérito

Somos muchos los españoles que nos negamos a jugar a lo que proponen Pedro y Pablo

Ahora toca categorizar como demérito de España al rey emérito. A Juan Carlos I, el gran artífice de nuestra democracia, le quieren robar su legado tras haber acordado una complementaria, como Cristiano, Messi o Bardem, con la Inspección de Hacienda. Como si discutir parangones tributarios y fiscalidad privada con la hacienda pública, fuera novedoso para los podemitas que tanto rugen en su campaña antimonárquica. Juan Carlos I es tan traidor a sus ojos como patriota ejemplar es su Juan Carlos (Monedero), también pillado por la inspección tributaria. Ambos han confirmado su deuda y su pase por caja. ¿La familia Pujol Ferrusola? No, de esos ni mú, callar su trinque es la contraseña.

La altura institucional de un exjefe de Estado es la diferencia. La campaña republicana no debería pasar por alto que Juan Carlos de Borbón abdicó en 2014, y el actual rey Felipe VI y sus hijas han renunciado a cualquier derecho económico o patrimonial que les corresponda de la futura herencia del emérito. Que rechazan usufructos de comisión alguna. Ni la monarquía parlamentaria y constitucional, ni quien hoy la regenta, tienen pendiente deuda ni comportamiento sospechoso. El abdicado rey intenta resolver la suya. Lo de Podemos es un intento, otro más, de aventar el republicanismo de color morado en la sociedad, una desestabilización anti Constitución premeditada por Pablo y consentida por Pedro.

Y facilitada por el emérito, como demérito, cuya última etapa no parece la más ejemplar. No es discutible que don Juan Carlos debía haber sido más precavido en sus asuntos económicos privados. En el momento que regulariza con Hacienda, el rey emérito ha mutado de presunto a demérito, esa bala que las escopetas republicanas ansiaban cual perro de Pavlov salivando. No es desdeñable lo que nuestro país le debe a Juan Carlos I. Nuestra envidiada Transición es su obra maestra. También como alto embajador de los intereses de la marca España, fue capaz de abrir mercados con su prestigio real y presencia institucional. Mucho le han de agradecer los grandes empresarios, los que crean y facilitan empleo, a quien fue la punta de lanza de sus contratos por el mundo. Patriotismo del bueno.

Sé que no es cool defender a Juan Carlos I en tiempos de pedropablismo. Que toca dejarse convencer de que los últimos cuarenta años de estabilidad y progreso de España han sido un espejismo. Pero también somos muchos los españoles que nos negamos a jugar a lo que proponen Pedro y Pablo.

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