Un antes y un después

Hay tiempo para determinar con claridad el proyecto político con el que esta derecha quiere identificarse

Es un lugar común decir que los presupuestos son la ley medular de la política, aunque no siempre sea cierto. A veces es una regulación continuista, carente de significación y son otras normas de mayor interés y trascendencia las que pueden ser el referente de una legislatura. Pero en este caso, en referencia a los presupuestos que se están tramitando en las Cortes, sí puede afirmarse que constituirán la base esenciall de este periodo legislativo. No solo van a constituir el elemento básico para la ejecución de la política diseñada por el primer gobierno de coalición de izquierdas, sino que debería generar un nuevo comportamiento de todos los grupos parlamentarios. Puede decirse que estos presupuestos deberían significar un antes y un después en la actividad política.

Uno de los efectos de esta aprobación presupuestaria sería que por fin la derecha aceptara el resultado electoral que se produjo hace más de un año. Puede decirse que desde las elecciones pasadas el PP y su entorno mediático apostaron decididamente por evitar la constitución de un gobierno estable y a eso dedicaron sus mejores esfuerzos. Primero fue la esperanza de que el pretendido gobierno de coalición quedara varado en el mismo debate de investidura. Después, la pandemia dio ocasión para intentar desestabilizar al ejecutivo y hacerle fracasar en sus medidas sanitarias.

Posteriormente el cometido fue enrarecer las relaciones con la UE para evitar que las ayudas que se estaban negociando fueran canalizadas hacia nuestro país. Fracasados todos estos intentos, sólo la imposibilidad de aprobar un presupuesto constituyó la última esperanza para forzar unas nuevas elecciones. Pasada esta prueba, lo lógico es que todos acepten que esta legislatura tiene un horizonte temporal de tres años y a ese tiempo habría que proyectar el trabajo político. No es lo mismo actuar atenazados por la impaciencia y la pretensión de sustituir en cualquier momento al gobierno que construir con sosiego y paciencia una alternativa política que deberá ser reconocida por la ciudadanía dentro de tres años. Así, posiblemente se termine con ese permanente zigzagueo táctico entre el centro y el nacional-populismo que viene practicando el PP. Ahora hay tiempo suficiente para poder determinar con claridad el proyecto político con el que esta derecha quiere identificarse. Pero también este nuevo tiempo deberá comportar cambios estratégicos en la izquierda gobernante; pero este es otro capítulo.

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