La farsa renovada

Que, con el Nuevo Año, lleguen a nuestras vidas nuevos aires, nuevos lances, nuevas caras, nuevos horizontes

Me pilla este cierre de año atrapada en una gripe de manual. Ya imaginan: tos perruna, mocos a tutiplén y algo de fiebre (la justa para que se te embote la cabeza y muevas los ojos como un San Bernardo tras beberse el barrilito).

No está una para nada, es más que obvio, pero la cita semanal con este artículo presiona y aquí estamos tecleando con menos espíritu que la de esos pavos que indultan cada año en la Casa Blanca para su Día de Acción de Gracias, entre estornudos varios –¿a ustedes les salen en tríos? Los míos siempre van de tres en tres– y con unos tiritones más propios de tierras groenlandesas que de un Al- Ándalus desde el que, en días claros, divisamos África. Moqueando pues como un perrillo chico trato de poner orden en todo lo que nos trajo este 2023 cuyo final nos ha cogido, malditas guerras, a contrapié de casi todo.

Los resúmenes del año que los medios han ido dando estos días son para echar a correr y bajarse de este mundo o pedir cita urgente con tu psicólogo de cabecera. Vaya región, vaya país, y vaya mundo. No se salva ni Dios en el repaso, ¿cada año la cosa va a peor o es que a mí me lo parece? Hartitos ya de tanto horror y despropósito, será lo suyo dar puerta definitiva al viejo año y empezar a hacer sitio al, aún por estrenar, 2024 que más parece título de una peli de ciencia ficción que de año serio y digno de provecho. Llegados a este punto compruebo cómo se han ido acumulando a mi alrededor, junto al montón de clínex (así lo recoge el Diccionario panhispánico de dudas, palabrita), vasos con restos de zumo de naranja y tazas de caldo con su hojita de yerbabuena. Restos del naufragio de la gripe que sigue su clásico curso en la que suscribe, quien –para qué negarlo– continúa, sin ganitas de nada, luchando con un artículo que ya concluye.

Toca a estas alturas del folio poner encima de la mesa, para ir rematando, una mijita de esperanza y, ¿será por pedir?, pues pidamos. Que, con el Nuevo Año, lleguen a nuestras vidas nuevos aires, nuevos lances, nuevas caras, nuevos horizontes, nuevas ideas, nuevas aspiraciones, nuevos amores, encuentros, satisfacciones, bálsamos para el corazón y proyectos, de verdad, ilusionantes y que, de ser posible, se mantengan fieles los amigos y que no se nos vaya nadie.

Abramos paso, como diría mi estimada Leila Guerriero, a la “farsa renovada” de que algo nuevo va a comenzar en este año que pronto estrenaremos. Estrenar, esa será la clave para no desertar y seguir creyendo que la magia es aún posible. Inshallah, que dirían en árabe clásico (Lo que Dios quiera, en castellano cristiano) Salud y Feliz Año.

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