La paz del mundo

Nadie espera de España, ni de su actual presidencia europea, el más mínimo gesto de liderazgo y firmeza

Entre las afirmaciones habituales en los concursos de belleza, cuando se les requiere de sus propuestas para solucionar los problemas internacionales, están el amor fraterno, la paz del mundo y acabar con el hambre y la pobreza. Es evidente que son deseos compartidos por todos, pero también muestran el mínimo nivel de implicación y conocimientos que de una persona se esperan. Ahora, tras el despiadado bombardeo de Hamás sobre Israel, las respuestas de los líderes políticos debieran ser contundentes, salvo que vivan permanentemente queriendo ser miss universo.

Cuando un partido político no gana las elecciones, pero quiere alcanzar el poder, sufre un desgaste sin paliativos. Siempre que se quiere vencer, cuando no se sabe convencer, los mensajes públicos se convierten en un sainete de equilibrios, que muestran la parte más ridícula de nuestros gobernantes. Porque, cuando no quedan más problemas colaterales que sacar ni cortinas de humo que ofrecer, llega la dura realidad y entonces los posibles socios políticos se convierten en una jauría de fieras deseosas de su botín. Tragar en solitario con amnistías impronunciables, referéndums insostenibles, víctimas invisibles y guerras incensurables, es un precio excesivo para aquellos partidos que un día tuvieron sentido de Estado. Pero es el lodazal que hoy vive nuestra política y del que los ciudadanos nos vemos resignados a ser puramente observadores.

El ataque palestino sobre Israel va a traer consecuencias imprevisibles. Las alianzas saharauis que algunos muestran hoy, después de entregar ese territorio a Marruecos mientras gobernaban, les hace ahora ponerse de perfil ante el nuevo conflicto. Y el problema es que éste es mucho más grave de lo que parece. En nuestro país los tejemanejes de ciertos partidos con Irán, las irrupciones empresariales del mundo árabe y la escasez de apoyo militar en la invasión de Ucrania fuerzan a condescendencias inadmisibles. Y esto es una muestra más de la debilidad ideológica a la que se llega por ambicionar únicamente el poder. Nadie espera de España, ni de su actual presidencia europea, el más mínimo gesto de liderazgo y firmeza frente a los violentos y, por ello, cada país se ha pronunciado individualmente mostrando su apoyo a la respuesta del Estado de Israel a este ataque sin precedentes. Porque, aunque todos deseemos que no haya guerras, esto ya no es ningún concurso de belleza.

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