No entro a valorar si Málaga necesita o no un hito urbanístico en forma de rascacielos y un tamaño de nada más y nada menos que 135 metros de altura. Hay quien considera sin ninguna duda que sí porque equivaldría a contar con un símbolo de modernidad que nos equipararía a otras ciudades cosmopolitas de la talla de Madrid o Barcelona. Pero lo curioso es que ese grupo de defensores a ultranza tacha sin pudor a los que no piensan igual de torpedear el avance de la ciudad y de primar una postura tradicional frente a lo que se considera moderno.

Supongamos que los primeros tienen razón y que contar con un rascacielos va a hacer de Málaga un referente urbanístico y del turismo de lujo, ¿de verdad es el lugar elegido para ello el idóneo? ¿De verdad el hecho de que un mastodonte de hormigón y ladrillo corone la bahía es lo que nos hará destacar? ¿De verdad que no hay otro lugar donde colocar un hotel de tales dimensiones faraónicas ? Yo sinceramente tengo serias dudas.

En el caso de que los más puristas del debate a favor del rascacielos cuestionen mi humilde opinión y estimen que efectivamente no podemos prescindir de un proyecto de estas dimensiones, yo les plantearía la posibilidad de buscar entonces otro enclave. ¿Por qué? Por una cuestión muy simple y es que, por más que se empeñen en decirnos lo contrario, el punto elegido altera por completo el paisaje de la línea costera.

No creo que haya que tener conocimientos técnicos muy exhaustivos para suponer que un edificio de 135 plantas de altura en pleno muelle de levante del puerto, en el lugar desde el que se divisan ambos lados de la bahía de Málaga, va a pasar desapercibido en una ubicación tan céntrica y señera. Ni más ni menos que junto a La Farola, que ahora cumple 200 años.

Por supuesto que habrá impacto visual y paisajístico. Eso es innegable. Otra cosa es que estemos dispuestos a hipotecar ese aspecto, tan poco valorado y apreciado, en pos de la ansiada modernidad de la ciudad. Si sus defensores están tan seguros de que ese rascacielos será un beneficio para Málaga y sus ciudadanos, que hagan una consulta pública y dejen que la gente se exprese, y si se decide que es lo mejor pues adelante. Pero no puede ser que se omita el debate en un asunto que despierta tantos intereses y que sin duda permanecerá para la posteridad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios