La globalización y las nuevas tecnologías nos han facilitado la vida en muchos aspectos. Todo parece ahora más cercano, más accesible, más fácil en este mundo en el que en términos tecnológicos ya no existen las barreras geográficas. Pero al mismo tiempo toda esa interconexión de información global desde cualquier rincón del planeta, nos hace proporcionalmente vulnerables.

Resumidamente estamos vendidos. Asusta ver como desde un simple ordenador se puede controlar el mundo y hacer tambalear todo un sistema que creemos seguro. Pero a la vista está que es mera apariencia. El ciberataque mundial que ha afectado a cientos de administraciones, empresas y usuarios lo demuestra.

Son los peligros de la tecnología. Todos nuestros datos están al alcance de casi cualquiera y eso da miedo. Quizás la ignorancia o la incapacidad de imaginar si quiera el control que tienen sobre nuestra información hacen que vivamos ciertamente relajados y casi despreocupados ante esa posibilidad. Intercambiamos archivos, hacemos transferencias bancarias, compramos por internet, almacenamos todo tipo de información en nuestros ordenadores o teléfonos móvil sin percibir el peligro al que nos exponemos.

Que un ente abstracto que no vemos ni sabemos que existe pueda acceder a todo eso sin que apenas nos demos cuenta escapa a la imaginación de casi cualquiera. Pero así son las cosas en este mundo globalizado y nos tenemos que concienciar de los riesgos que entraña para nuestra propia seguridad.

La ciberseguridad debería ser una prioridad en todo el mundo y no es para menos si tenemos en cuenta que, ya no se trata sólo de que puedan acceder a nuestro ordenador, sino de que los llamados ciberdelincuentes secuestren información de trascendencia de las administraciones y empresas más importantes y controlen a su antojo cuestiones que pondrían en peligro a la población en su conjunto.

Quien consigue la llave maestra para eludir estos controles de seguridad tienen el poder para casi todo lo que se propongan. Parece ser que en esta ocasión ha habido suerte y las consecuencias no han sido tan dramáticas como cabría esperar, pero los expertos saben que volverá a pasar y hay que estar preparados.

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