Voluntariado sanitario

Ser ginecólogo en la India rural

El voluntario sevillano junto con integrantes del equipo de Ginecología y Obstetricia del Hospital de Kalyandurg.

El voluntario sevillano junto con integrantes del equipo de Ginecología y Obstetricia del Hospital de Kalyandurg. / M. G.

En el vestíbulo principal del Hospital de Valme late la solidaridad, el humanismo del voluntariado sanitario que recoge la exposición Aporta Salud, en homenaje a los 25 años de esta labor en la Fundación Vicente Ferrer en la India rural. De este intenso y arduo trabajo que comenzó Vicente Ferrer y que se ha ido prolongando a lo largo de más de 50 años forman parte muchos voluntarios de diferentes zonas de España. También de Sevilla.

Entre las imágenes puede verse una cara conocida en el centro. El ginecólogo Ignacio Salazar forma parte de las fuerzas solidarias de un equipo altruista de 500 sanitarios que, con su granito de arena, contribuye a seguir apostando por un futuro mejor en la India. Todo ello tras haber estrechado lazos presenciales con este país hasta en dos ocasiones: en 2017 y en 2021.

Foto de su participación en la presentación de la exposición fotográfica en Sevilla a través de su llegada al Hospital de Valme. Foto de su participación en la presentación de la exposición fotográfica en Sevilla a través de su llegada al Hospital de Valme.

Foto de su participación en la presentación de la exposición fotográfica en Sevilla a través de su llegada al Hospital de Valme. / M. G.

"Me movió la inquietud de ayudar a los demás. Creo que desde adolescente me ha llamado la atención todo el tema de la cooperación internacional, las vidas de los misioneros que nos contaban en el colegio. Y la posibilidad de mejorar la vida de gente que realmente lo necesitaba. Un día, por casualidad, en el grupo de Whatsapp que mantenemos los antiguos compañeros de carrera, leí un mensaje consultando una duda sobre un caso difícil en un hospital de la India. Ahí empezó todo", relata. 

El doctor Ignacio Salazar reconoce que en su primer viaje a la India con la Fundación Vicente Ferrer le impactó "el bullicio, el tráfico, el desorden o la suciedad", pero también "la sonrisa constante en el rostro de la gente y el trato extremadamente afable; a pesar de lo hostil que parece el ambiente".

Eso fue en 2017. Su función en esa primera misión era la formación del equipo de ginecólogos locales para hacer cirugías de oncología ginecológica y laparoscópica. "La idea que tenía la Fundación y que quería cambiar era que la asistencia sanitaria en esta área tan deprimida de la India no podía ser de peor calidad que en cualquier otro sitio", indica el voluntario. "Llegas con muchas ganas, queriendo cambiarlo todo, viendo qué cosas pueden mejorar. Pero los cambios van poco a poco y a veces es un poco frustrante ver que las cosas requieren su tiempo", valora.

El doctor Salazar durante una cesárea por placenta previa en hospital de Bathalapalli. El doctor Salazar durante una cesárea por placenta previa en hospital de Bathalapalli.

El doctor Salazar durante una cesárea por placenta previa en hospital de Bathalapalli. / M. G.

Fiel a su primera experiencia, Salazar regresó a la India en 2021. "Este viaje se hizo casi saliendo de la parte más dura de la pandemia y la función iba más allá de la mera formación. El pánico y las muertes que ocasionó el Covid-19 hizo que la plantilla de los hospitales de la Fundación quedase en cuadro, con lo que el objetivo era coordinar y apoyar a los dos servicios de Ginecología", explica y añade: "En el Hospital de Kalyandurg teníamos una media de cuarenta partos diarios, con una plantilla de no más de siete ginecólogos". 

Responde rápido cuando se le pregunta por aquellos casos que más le han impacto en estos viajes. "Se ven muchas patologías que aquí son anecdóticas y allí las encuentras en un índice altísimo. Por ejemplo, la incidencia de VIH y sus problemas asociados son frecuentes, cuadros clínicos que sólo recuerdas de haberlo estudiado en la carrera, pero no se presentan en tu práctica habitual. Y el cáncer de cérvix en multitud de presentaciones, casos muy avanzados, que también es muy difícil verlo en nuestro ambiente", destaca. Cuenta que no olvida la entrada en las urgencias de Kalyandurg de una paciente que había dado a luz en el camino al hospital. "Un camino de muchas horas", recalca. "Murió desangrada tal y como entró por la puerta sin poder hacer nada por ella. La pobreza mata mucho más que enfermedades infecciosas como el Dengue", lamenta.

Charla sobre salud femenina en Chadarampenta, una aldea de Kurnool(Andhra Pradesh). Charla sobre salud femenina en Chadarampenta, una aldea de Kurnool(Andhra Pradesh).

Charla sobre salud femenina en Chadarampenta, una aldea de Kurnool(Andhra Pradesh). / M. G.

Pero también destaca la evolución. Puntualiza que en la India no existen los controles rutinarios que tenemos en España. "Sin embargo, la Fundación ha conseguido tener un control de los embarazos bastante estricto, con visitas regladas muy parecidas a las que tenemos aquí", destaca. Para ello, el voluntario explica las campañas de cribado de cromosomopatías y ecografías morfológicas llevadas desde España. "Esto hace que los parto en domicilio cada vez sean más anecdótico y se extienda más el hábito de acudir a los hospitales para dar a luz", explica.

"También organizamos campañas de cribado de cáncer de cérvix, educación maternal y salud de la mujer en zonas más alejadas de los hospitales", añade.

En resumen, el ginecólogo se siente orgulloso. "Buceando más en la sociedad, notas que los proyectos de la Fundación surten efecto. En los poblados más pobres las mujeres están al frente de las comunidades. Han sido empoderadas por la Fundación, lo cual es uno de sus objetivos. Son las propietarias de las viviendas, gestoras de pequeñas explotaciones ganaderas o comercios. Se perciben avances", subraya.

En su mochila se trae una "experiencia que difícilmente hubiera adquirido de cualquier otro modo". En lo personal, se queda con la gente que ha podido conocer gracias a la experiencia. "Son el valor más grande con el que me quedo. Los voluntarios con los que he trabajado, mis compañeros indios. Personas con historias detrás muy diferentes con objetivos comunes. Gente muy sorprendente por lo admirable de su labor, por su entrega. Mención especial merece la persona que después de tanto tiempo mantiene la ilusión y la tenacidad para hacer que las cosas cambien, la viuda de Vicente: Anne Ferrer, una mujer admirable", concluye.

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